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AGENDA
10 de Agosto de 2020 | 20:00 hs.

Vida de la Escuela
Impasses: cómo subjetivarlos
NOCHES CONSEJO
10 de Agosto de 2020
20:00 hs.

Invitados: Damasia Amadeo de Freda, Samuel Basz, Daniela Teggi.
Coordina: Beatriz Udenio

Actividad para miembros y adherentes de la Escuela y asociados y participantes de las Secciones.

Presentación
Beatriz Udenio

Agradezco a mis compañeras y compañeros de Consejo estatutario la posibilidad de coordinar esta Noche de Escuela.

Nos reencontramos aquí luego de que la noticia de la muerte de nuestro querido colega Luis Erneta nos sorprendiera, instantes antes del comienzo de la reunión prevista. La discontinuidad entró pues de la mano de los hechos de la vida, no de la pandemia.

Esta Noche nos encuentra con varias actividades andando: el Boletín Discontinuidad; la “Previa” de la “Conversación 2020” sobre TRAUMA∑ tomó vuelo; “Lacaniana” pronto llegará a vuestras manos; la Secretaría de Carteles cocina una propuesta plena de inventiva para octubre; una noche de Escuela en preparación, con la presencia de Doménico Cosenza el 11 de septiembre. Además, las actividades propias de las Secciones de la Escuela. Se relanzó el tema del Congreso AMP sobre EL SUEÑO, cuyo volumen preparatorio Scilicet está distribuyéndose.

Aquel 14 de mayo, la referencia a “la vida asociativa de la comunidad de la que formamos parte” fue evocada por cada interviniente –la expresión tal cual la consigno fue utilizada por Fernando Vitale.

Esta Noche, su título y su tema, surgieron de un intercambio sostenido entre los que integramos el Consejo, que alcanzó a formular así pues algo se abrió paso, se escribió: los “impasses” decantaron como lo que en lugar de inhibirnos puede orientarnos.

Ocurrió, en esa ocasión, que Adrián Scheinkestel mencionara el sintagma “Vida de la Escuela, surgido durante el trabajo que sostiene con el Cartel de los miembros que ingresaron en febrero último. Es decir, surgió de cara al porvenir de la Escuela. Con el mismo espíritu que animara las Noches del Consejo 2019, sobre “La Escuela, hoy”.

La vida de una Escuela no se concibe sin impasses. De allí que Freud, Lacan y Miller se ocuparan de ello y sostenido respuestas, en acto, a los mismos. Freud, con su teoría sobre el malestar y las masas. Lacan, a lo largo de su enseñanza y en sus textos institucionales atendiendo al malestar del psicoanálisis, impulsando la apertura a los fundamentos de la experiencia analítica, al “enjuiciamiento del estilo de vida en que desemboca” [1]

Más recientemente, Jacques-Alain Miller en 2017 - “Campo freudiano, Año cero” [2]- invitó a que el psicoanálisis no rinda sus armas frente a los impasses que amenazan la existencia misma del psicoanálisis y…la vida de la Escuelas. Indicaba, también, que eso no está escrito. Podemos colegir que depende de nosotros que cese de no escribirse: es una invitación a estar abiertos a la contingencia. Pero la contingencia es algo fugaz que hay que pescar al vuelo y perseverar para que no desemboque en lo instituido.

Así, en cada instancia y lugar de la Escuela, y con cada Noche de la Escuela, apostamos a que se constituya en una contingencia afortunada, que logre triunfar sobre los impasses que la amenazan, y vuelvan a anudarse a lo real de la vida de la Escuela. [3]

Mientras dábamos forma al título, Luis Tudanca recordó una frase de Jacques Alain Miller en “El lugar y el lazo” [4], donde destaca que Lacan anhelaba“impasses bien estructurados, que, además, se demuestren…”

Podemos considerar eso como un llamado al tratamiento de los embrollos inherentes a los varios campos de la vida asociativa y que para desembrollarlos hay que saber “leerlos” en ese límite que no es sentido sino real. Volverlo discontinuidad demostrada.

¿Cómo, dónde, quienes harían este trabajo?

En la vida de la Escuela, confluyen campos que se anudan entre sí. Tomo el trípode que el Consejo de la AMP ha puesto al trabajo: Admisión, Garantía, Pase. En cada uno de estos campos el cómo y el con quién se tejen de un modo particular. Pero algo insiste: hay que hacerlo con otros… ¡pero a condición de que estén descolados!

Lacan persiste en una lógica colectiva donde un montón no hace un todo, apuesta a un no-todo. ¡Lo dice de modos tan variados! Lo plantea para el Cartel (como elaboración de saber entre varios, al cabo de la cual despegarse); con la permutación periódica; con la organización circular con principio de rotación; subrayando el sin jerarquías; con el dispositivo del Pase; o la equivocación del SsS; con la atención puesta en la Formación. Modalidades en que persevera hasta el final en su propuesta de Escuela.

“En esta carrera tras la verdad no se está sino solo (…); ninguno sin embargo lo toca (lo verdadero) sino por los otros” [5] afirma en “El tiempo lógico…” ¡Era 1945! Como dijo Jacques-Alain Miller en Turín [6]: es en esa dialéctica con otros como se alcanza la posibilidad de subjetivar los impasses. Si lo analítico de un colectivo interpreta el Ideal del yo, desmasificando, disociando, poniendo en primer plano la soledad subjetiva, cuidando que no desaparezca bajo el Ideal.

¿Con qué contaba Lacan para ello? Con el remolino [7] “Eso, o el pegoteo seguro”.

Contemos, pues, con el efecto disgregativo del remolino, donde con otros, cada uno solo con su síntoma incompartible, se atreva a dar un paso comprometido en su apuesta por un tipo de lazo diferente, en la vida... de la Escuela.

Con esta orientación, invitamos a esta noche -que anhelamos de conversación-, a Damasia Amadeo de Freda (AE 2019-2022), Samuel Basz (AME) y Daniela Teggi (AP).

Oirán cómo cada uno de ellos pone de sí, aportando su perspectiva respecto de lo que lee como impasse en la vida de la Escuela, aventurando un modo de subjetivación a elaborar con nosotros.

NOTAS

  1. Lacan, J.: “Acta de Fundación 1964”. Textos institucionales de Jacques Lacan, en Escansión nueva serie N° 1. Manantial, Bs.As, 1989
  2. Miller, J.-A.: “Campo freudiano, Año cero”, en http://eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cer-718.pdf
  3. Ibídem 2
  4. Miller, J.-A.: El lugar y el lazo. Paidós. Buenos Aires. 2013. P. 343
  5. Lacan, J.: “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, en Escritos 1. Sigloveintiuno editores. Buenos Aires. 2002. P. 206
  6. Miller, J.-A.: “Teoría de Turín sobre el sujeto de la Escuela”. En http://www.wapol.org
  7. Ibídem 1. “El Sr. A”.


¿Qué Escuela?
Damasia Amadeo de Freda

Agradezco al Consejo la invitación a conversar sobre la vida de la Escuela, en un momento particular en el que la presencia de la muerte nos acecha por todas partes, y nos agobia. Lo que propongo a continuación se ordena a partir de esa tensión discursiva.

La vida
Comienzo por interrogar la vida. ¿Qué es la vida? Siempre es difícil definirla. Atañe a su biología, al periodo de duración de una existencia, al tiempo. Pero la vida es más que eso, alberga en su interior lo indeterminado, lo que no tiene historia, es lo que nos permite decir por ejemplo: “este cuadro tiene vida” o “esa mirada está llena de vida”. En este sentido, la vida es aquello que palpita y nos sensibiliza, es ese no sé qué, eso que no sabemos definir bien, pero que concierne a lo más recóndito que puede habitar en un ser humano o en un objeto.

Está también lo que Freud llamó “el arte de vivir” en el malestar en la cultura. El arte de vivir encuentra un eco en lo que Lacan nombró en su prólogo a los Escritos como “el estilo del hombre”, del cual dijo que es el objeto a lo que le da su verdadero color.

Es a partir del estilo que el sujeto se pregunta por el sentido de la vida. Desde que entra en el lenguaje, el ser humano está llamado a interrogar ese sentido. Es así, porque la vida adquiere todo su valor a partir de la muerte. Vida y muerte van juntas, cada palabra sigue a la otra como a su sombra, y es esa estrecha relación lo que le da su verdadero valor a las anteriores acepciones de la vida: a su biología, al tiempo, a lo que palpita, al estilo. Esas funciones están condicionadas por la finitud de la vida, por la presencia de la muerte en la vida misma.

Sin embargo, Freud nos advirtió que la muerte no tiene representación en el inconsciente, lo que dificulta encontrar un sentido de la vida que dé lugar a un estilo. La religión pretende solucionar esta dificultad cuando propone a la muerte como un pasaje hacia otra vida. La idea de eternidad resuelve el impasse en el que deja la falta de representación, al darle al sujeto un sentido prometido más allá de la vida misma.

El impasse
Se empieza un análisis por un síntoma. Durante el análisis, el síntoma encuentra una parte de su razón de ser en la historia personal. El síntoma se desplaza, cambia, algunos de ellos desaparecen, y ese derrotero va acompañado de una ganancia de saber.

El objetivo del análisis no se reduce al levantamiento del síntoma, ni a encontrar las razones que lo produjeron. Si así fuera, bastaría con la satisfacción que conlleva obtener un saber sobre las determinaciones históricas y con el alivio que trae el levantamiento del síntoma. El interés del psicoanálisis va más allá. Está en pensar cómo se pasa del amor al saber al amor a lo nuevo, a lo que no está escrito, a lo indeterminado, a lo que está más allá del determinismo. Hay un lado de misterio en ese pasaje. Propongo que la noción de impasse sirva para orientarnos.

Un impasse representa un momento de dificultad, un punto de estancamiento, es estar frente a un problema al que no se le encuentra solución inmediata. Salir de un impasse implica siempre una elección, es una apuesta, la apertura a una novedad. El pase es la experiencia más nítida de la resolución de un impasse, en el sentido de dejar al sujeto en el umbral de la asunción de un deseo, que nombro como inesperado.

La pandemia muestra en un nivel espectacular cómo un real produce un impasse. Pero lo que hoy vivimos como sociedad tiene la misma estructura de lo que le sucede al sujeto en el análisis. Es el real que irrumpe en un análisis lo que hace que se desemboque en un impasse. Y es precisamente a partir del impasse que existe la posibilidad de una subversión del sujeto.

El impasse en el análisis, como signo de la presencia de un real, es la oportunidad de encontrar un significante nuevo como salida del atolladero. Esa posibilidad no depende exclusivamente de la intervención del analista ni de su interpretación, tampoco está del todo condicionada por la transferencia como soporte. El motor último de esa elección siempre está del lado del sujeto, en un recóndito y nunca fácil de captar consentimiento subjetivo, un consentimiento que, por concernir a lo más profundo del deseo, se presenta primero como un impasse.

El trayecto de un análisis va de los significantes como razón del síntoma al descubrimiento del objeto a como causa del deseo, el cual propulsa a un impasse, al que el pase puede darle forma.

La Escuela
Para preservar el psicoanálisis, Freud creó la IPA. Lacan formó parte de la misma y después la comparó con una Iglesia. La novedad que Lacan introdujo con la sesión corta y con el pase como nominación de un analista, atacaba la burocracia del encuadre y redefinía al sujeto supuesto saber. Lacan fundó su propia Escuela como respuesta al impasse de la IPA. Más adelante, Miller creó las Escuelas del Campo freudiano para preservar el real que Lacan había introducido, insuflándole vida al psicoanálisis.

¿Cuál es la situación actual? El virus que afecta al planeta, también entró en la Escuela. El real de la pandemia produjo un impasse, evidenciado con claridad en la práctica y en la enseñanza. Muy rápidamente los analistas se proveyeron de los recursos de la técnica para mantener viva la cura analítica. Los análisis pasaron de ser presenciales a virtuales y la enseñanza se reconfiguró en el mismo sentido. Lo virtual nos muestra facetas inesperadas; una nueva modalidad del análisis y una multiplicación exponencial del público que participa de los espacios de enseñanzas, forma parte de esas novedades.

La ciencia nos permitirá salir de la pandemia. La cuestión es saber si la Escuela volverá a ser la misma que era antes de la pandemia o si lo inesperado del virus la va a cambiar. Querer volver a ser como antes conduce a la burocracia, nombrar lo inesperado es la posibilidad que hoy tenemos.

Una Escuela puede tener la estructura de una Iglesia, puede ser una burocracia o puede tomar como modelo el pase. Propongo que la pospandemia no nos conduzca a una nueva normalidad, sino a un nuevo estilo.


Vida de la Escuela: Impasses, como subjetivarlos
Samuel Basz

Cuando en Río de Janeiro en 2016 le pregunté a Miller si retomaría su curso, me dijo que sí … ¿Podía comunicarlo a mis amigos?: asintió.

Verán enseguida que es un asunto que me interesa desde hace mucho…

En julio de 1996, en ocasión de una noche preparatoria del Encuentro Internacional del Campo Freudiano, participé, en el Centro Descartes, de una mesa sobre la comunidad analítica junto a Germán García, Jacques-Alain Miller y Miquel Bassols.

Me referí entonces al rasgo epistémico, a mi modo de entender, fundamental, para considerar su alcance transgrupal y transnacional.

Lo dije así:

Una comunidad epistémica psicoanalítica es aquella que:

I) Admite una reconstrucción racional, permanente y consensuada de los principios que justifican la práctica del dispositivo creado por Freud. Dispositivo que al constituir un lazo social específico, instala en la cultura un nuevo discurso.

II) Admite consensuadamente un procedimiento que considera apropiado para dar cuenta de la validez de los efectos de saber que se decantan por la puesta en práctica del dispositivo freudiano.

III) Admite consensuadamente el mantenimiento de la disyunción entre lo que fundamenta a la autoridad epistémica y lo que legitima a la autoridad deontológica (o de sanción institucional), al tiempo que no rechaza la vigencia efectiva de portadores de esa autoridad.

IV) Admite consensuadamente las condiciones de solidaridad necesarias para la configuración de un “mundo epistémico” transgrupal, multilingüístico, altamente calificado por el ejercicio de la lógica de la disputatio y habilitado para la conclusión conceptual.

Al terminar la reunión Miller me dice muy bajito…”y transferencial…”

Efectivamente, lo transferencial, tratándose de una comunidad de analistas, descompletaba pertinentemente esa formulación.

¿Pero como cernir lo transferencial…?

No estaba explicitado, pero para poder decir de lo transferencial implícito en esa definición - si se supone saber, se supone sujeto -tuve que esperar 24 años, hasta que el Consejo dijera “Impasses”.

Entonces, trataremos de cernir un impasse, transferencial, referido, en esta perspectiva, al aspecto epistémico que le concierne a ésta, nuestra comunidad.

Intentaremos precisar la dinámica de esa transferencia.

A mi entender se trata desde el comienzo, de una transferencia que se articula a una producción de saber en acto, una producción de saber en CURSO.

En efecto se trata del Curso de la Orientación Lacaniana que sostiene Miller desde unos diez años antes de la fundación de la EOL, la única Escuela que se nombra como su Curso…

Hubo quienes no aceptaron las consecuencias de esa fundación tramada en esas condiciones.

No aceptaban referirse a una u otra forma de autoridad encarnada en Miller, o a ninguna de las dos, o simplemente a la reunión de la Autoridad Epistémica y la Autoridad Asociativa.

En el Campo Freudiano, vivíamos una experiencia inédita de enseñanza en acto, sostenida año a año, que es continua y pública, cuyo agalma epistémico se recreaba dinámicamente y casi en tiempo real, incluso con traducciones de cada clase, conmoviendo permanentemente los supuestos teóricos, clínicos y políticos de esa comunidad.

El establecimiento de los Seminarios de Lacan se articula a un programa que es coextensivo al desarrollo del Curso.

Por otra parte, el curso del Curso implicaba también una modulación, un ritmo, una secuencia orientada lógicamente para afinar las nociones y hacer circular los conceptos en la carretera principal : la enseñanza de Lacan. Todo esto en diferencia radical con el apresuramiento de una nebulosa reactiva.

La interrupción del Curso abre un espacio, mientras no lo retome, que altera esa dinámica transferencial, no solo porque dejó en suspenso a los que se implicaban en esa transferencia, sino porque los colegas que se van incorporando a nuestra comunidad no participan, de hecho, de la dinámica transferencial que implica la producción de saber en Curso.

El espacio abierto con esa discontinuidad no puede no tener consecuencias en la comunidad que se nombra de la ORIENTACION LACANIANA.

La Autoridad epistémica no es delegable; su presencia efectiva sigue trazando los planos vivificando la carretera principal: intervenciones teóricas puntuales, diseños y coordinación de jornadas clínicas, precisiones temáticas que orientan el trabajo de cada Encuentro Internacional. Intervenciones históricas en la política del psicoanálisis referidas a la política de la Ciudad, generan una modalidad de transmisión que se desplazó del acento tradicional puesto en el Curso; y que a mi entender, promueven otra temporalidad en la dinámica transferencial.

Otra modalidad temporal que abre un espacio nuevo en el que hay un desarrollo exponencial del trabajo epistémico, cátedras universitarias, secciones clínicas, maestrías, tesis doctorales, testimonios de pase, renacimiento de los grupos de estudio y seminarios a riesgo propio, revistas con comités editoriales responsables, junto a una extraordinaria publicación de libros, muchas veces con reuniones de presentación de textos que son en sí mismas propuestas epistémicas, al tiempo de una cada vez más vertiginosa difusión virtual de múltiples actividades que se despliegan por fuera del marco de la Escuela…

Me parece conveniente asegurar las condiciones para trabajar, de todos esos materiales aquellos que se ofrezcan a su tratamiento en dispositivos de conversación, dispositivos ya en uso o nuevos creados a ese fin.

Es una manera de evitar que las producciones que esclarecen y facilitan los lugares de paso, se dispersen en la nebulosa del todos Lacanianos, (incluso del todos Millerianos, citen o parasiten sus textos), me parece importante, entonces, que las producciones que facilitan el paso no se aglutinen en una totalidad indiferenciada, al “volverlos tan viscosos, a esos lugares de paso, que confinan con el impasse”. [1]

NOTAS

  1. Lacan J.: El Seminario, libro 3, Las psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1984, Pág. 415


La Escuela…[1] Un refugio incómodo.
Daniela Teggi

Agradezco a los miembros del Consejo la invitación a participar en esta Noche de Escuela.

Rozamos a veces una zona
que parece vacía hasta de espacio,
pero en la cual percibimos un ritmo
que nunca ha entrado en ninguna música.
Desde entonces sabemos
Que el vacío tiene un ritmo
Y también que detrás de la vida y de la muerte
Y debajo de todas las caídas existe una sombra que sonríe.
El ritmo del vacío
Es la fragancia perdida
Y debajo se ampara nuestra última confianza.
El tallo que debiera culminar
en una flor
suele conformarse
con terminar humildemente
en un desnivel algo más suave del aire
102 de Séptima poesía vertical (1982) R. Juarroz

En primer lugar decir que nuestras vidas y la vida de la Escuela han sido dislocadas, ante la irrupción de un real inédito, los cuerpos eyectados de las coordenadas habituales de espacio y tiempo, quedando suspendidos en un tiempo otro, incierto.

Me encontré con una referencia de Lacan que viene a cuento, dice así “el Tiempo lógico que usted ha observado entre mis Escritos (cuando lo lea se va a divertir); siempre me sirvo de él como un utensilio rudimentario pero nuevo, que se aplica bastante bien a su función.”[2]

Subrayo utensilio rudimentario y nuevo al que hemos apelado una vez más y del cual también me sirvo ya que nos permite, el inicio a un actual tiempo de comprender. En mi caso apenas esbozar esa zona vacía hasta de espacio, retener el cuerpo y procurar que el hilo de la confianza no se suelte.

¿Qué concepto de vida le conviene a la Escuela en el siglo XXI?

Algunos mojones.

Lacan en la Tercera se pregunta “¿Por qué en el nivel del círculo de lo real, escribí la palabra vida?

Ocurre que de la vida, excepto ese término vago que consiste en enunciar el gozar de la vida, indiscutiblemente no sabemos nada. “La vida misma!- se estructura a partir de un nudo.”

Un real que se nos escapa y resulta imposible de imaginar. ¿Cómo orientarnos?

Antes de ingresar a la Escuela estaba cerca, dentro de su campo, el Campo Freudiano, más precisamente con un pie en el CIEN, un espacio inter que me permitió una inclusión soportable, ni adherida totalmente, ni afuera o suelta. Entre otros y disimulando mi presencia. El otro pie en un dispositivo diseñado para el tratamiento de la locura, el lugar indicado para alguien que sentía no tener lugar, la dificultad para tomar la palabra y algún que otro resabio religioso de buen samaritano.

El primer pedido de admisión a la Escuela resultó un no ha lugar. Ese no, luego del impacto inicial habilitó un trabajo en el análisis que fue despejando la maleza neurótica, su incoherencia y permitió esclarecer el pedido de entrada. Ubicar el modo de hacer lazo transferencial decanta en dos afirmaciones que marcan ese tiempo “en los libros no están las respuestas” y “salir del autismo” del propio encierro.

Ingresé a la Escuela en enero de 2015, en ese momento la comunidad se encontraba poniendo al trabajo la noción de autoridad analítica, sus fundamentos, sus impasses. Inscribir el trabajo clínico y epistémico en su trama, no fue y no es sin consecuencias. Como practicante del psicoanálisis, incide en mi práctica, la interpela ya que implica el consentimiento a dejarme orientar y enseñar por la experiencia de Escuela.

Participar de un cartel de política lacaniana tuvo su impronta, leer textos que hacen a la formación analítica, con la orientación y transmisión de varios miembros de la Escuela marcaron la entrada. Entre otros, entre el rasgo y lo colectivo me permitió bordear lo sintomático, intervenirlo y animarme a tomar la palabra. Pertenecer a la Escuela supone un paso más, sentirse implicado en la persistencia del discurso analítico y en su transmisión, un trabajo inseparable de la formación, trabajo que procuro no se convierta en un imperativo sacrificial. Experiencia que vengo transitando sin quitarle el cuerpo al asunto y haciendo aportes desde los lugares en los que me encuentro, a los que me convocan o donde quiero estar.

Lacan toma la idea de Escuela de la antigüedad, como un conjunto de personas que siguen una enseñanza y la define como un refugio frente al malestar, un topos paradojal donde no se sabe que es un analista y cada uno bordea, investiga que podría serlo, ya que no hay concepto de analista.

En “La Tercera” define el síntoma como lo que viene de lo real y se interpone para impedir que las cosas marchen. Cada quien ingresa y habita la Escuela con su síntoma, con el modo singular de arreglárselas con su embrollo, con su plus de goce.

Luego de aceptar la invitación del Consejo, un sueño resulta inquietante. Estoy en un auditorio, hay mucha gente y me piden que hable de lo que no sé, tengo que hablar de la cárcel y en francés. La Escuela no es una cárcel, no hablo francés.

Al poner al trabajo el sueño desmenuzo el impasse, la incomodidad del cuerpo en la escena, pertenecer, el peso del ideal, los desvíos, saber por dónde desviarse, y la enunciación que se esclarece. Un refugio para que funcione como tal tiene que tener huecos de entrada y de salida, sostener una incomodidad útil, tratarla, torna el refugio un poco más amable, en definitiva ir apropiándome de una pertenencia extraña, familiar de habitar la Escuela.

La vida de Escuela es una experiencia de transferencia soportada en la relación que cada uno tiene con su inconsciente que requiere estar disponibles en el trabajo pero no de cualquier manera, sino como analizantes, en una posición analizante, y tomar la palabra desde allí, sosteniendo un no saber y tolerando sus efectos, para avanzar en la construcción que incluye lo analítico en lo institucional, construcción que no es sin tensiones, y el despertar de las pasiones. ¿Cómo atemperarlas sin extinguirlas?

En el último tramo de su enseñanza, Lacan reemplaza el sujeto del inconsciente y propone un inconsciente que procede del cuerpo hablante. “Hablo con mi cuerpo y sin saber “[3] ¿Podríamos pensar la Escuela en los mismos términos?

Lacan nos orienta en …O peor se pregunta “¿Formarse en qué ? En distinguir lo que recién llame el atiborramiento, el taponamiento, el intervalo, la brecha que hay entre el nivel del cuerpo, del goce y del semblante y el discurso. A fin de percatarse de qué poner allí. Ni los buenos sentimientos ni la jurisprudencia. Aquí tenemos que vérnosla con otra cosa, que tiene un nombre, interpretación.”

De lo que se trata es de leer sus síntomas, interpretarlos, analizar las tensiones entre lo analítico y lo institucional, esa brecha cada vez, permitiendo de ese modo mantener a resguardo el discurso analítico y que la “formación sea captada más como la comunicación de un estilo de vida que como el acceso a la realización de un ideal”.[4]

NOTAS

  1. Lacan J. El Seminario, Libro 19 … O peor, Paidós, Buenos Aires, 2012 p 11. “Esos tres puntos se refieren el uso ordinario en los textos impresos-es curioso-para señalar o dejar un lugar vacío.”
  2. Paolo Caruso, Conversaciones con Lévi-Strauss, Foucault y Lacan. Editorial Anagrama .Barcelona 1969, p117.
  3. Lacan Jacques, El Seminario, libro 20. Aun. Paidós. Buenos Aires 1995 p144.
  4. Jaques-Alain Miller, Intuiciones Milanesas, “La Orientación Lacaniana”, 22/5/2002. Publicado en Cuadernos de Psicoanálisis ,nº 29.