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NOCHES EN LA ESCUELA
Preparatorias
 

26 de Septiembre de 2012 | 21:00 hs.
Primera Noche Preparatoria hacia las XXI Jornadas Anuales de la EOL
La clínica de lo singular frente a la epidemia de las clasificaciones

Reseña de Andrea Brunstein
Sandra Petracc

Reseña de la Noche Preparatoria de las XXI Jornadas Anuales de la EOL

La noche estuvo a cargo de la Comisión Científica de las Jornadas Anuales y coordinada por Daniel Millas, Director de la EOL, quien comenzó refiriéndose al título elegido para las mismas: "La clínica de lo singular frente a las epidemias de las clasificaciones". Lo remitió a la próxima salida del DSM V, que tiene la intensión de producir una reorganización del campo clínico, tomando al síntoma como un trastorno adaptativo y generando una política en salud mental con intereses económicos y corporativos que tendrán consecuencias gravosas en la sociedad. Señaló asimismo que no se trata de caer en una descalificación ideológica de las clasificaciones contemporáneas, sino de estudiar las diferencias con nuestra clínica y dar a conocer lo propio de nuestra práctica. Esto implica un trabajo de actualización sobre el valor del síntoma y el diagnóstico de estructura, poder establecer los puntos de impasses de nuestras propias clasificaciones, el uso que hacemos de términos tales como: singular, sinthome, modos de goce, así como también el lugar que le corresponde a la contingencia y al acto en la experiencia analítica.

Finalmente, recordó que a partir de una propuesta del Directorio a lo largo del año se vienen desarrollando estos temas en las diferentes noches y actividades de la Escuela. Por esta razón, las mismas pueden ser ya consideradas en su conjunto como Noches Preparatorias para las Jornadas Anuales que nos esperan.

Los cuatro integrantes de la comisión científica presentaron sus elaboraciones respecto del tema de estas XXI Jornadas Anuales.

Diana Wolodarsky señaló que el trabajo para estas Jornadas propone un desafío ya que se trata de poner en tensión dos perspectivas, y demostrar en qué radica la diferencia entre ambas, es decir, operar por el acto analítico o hacerlo desde el estándar del manual de las clasificaciones. Primero situó la diferencia en relación a las dos vías para tratar el padecimiento. El psicoanálisis, con la orientación lógica por la vía del objeto a y la escritura del sinthome, una política del síntoma; y la otra vía, regida por los significantes amos que provienen del Otro, abocados a la adecuación entre el sujeto y el objeto. Planteó situar la diferencia entre la clínica de lo singular y la de las clasificaciones haciendo jugar la cuestión del Otro y del cuerpo. En la clínica de lo singular, el Otro en cuestión es el cuerpo. Vacío y cuerpo, e invención de cada uno. En cambio, desde la epidemia de las clasificaciones, el Otro en cuestión es el discurso capitalista con el ascenso al cenit del objeto a, el Otro del mercado y sus objetos medicamentosos y tecnológicos. En el modo de concebir un cuerpo, la diferencia se sitúa en un cuerpo agujereado, cuya satisfacción es solo de borde, que permite ser abordado desde la perspectiva del no-todo y de la inconsistencia del Otro. Para oponerse a la idea de un cuerpo concebido como un objeto ofrecido al consumo generalizado del estándar.

Adriana Laión remarcó que J.-A. Miller nos propuso renovar nuestra práctica, ya que el discurso de la ciencia y el capitalismo han destruido la tradición que se sostenía en el nombre del padre. Se preguntó ¿cuál es la posición del analista frente a estos discursos? Respondió que el analista posee una formación orientada por lo real, que es la escucha de lo más singular de cada sujeto. Por el hecho de que somos seres del lenguaje, se instituye una trama que asume la figura del destino, opera ahí la transformación de la contingencia en la articulación. El sujeto que habla también es hablado y el parlêtre es el conjunto de esta articulación. Es la práctica del psicoanálisis la que se orienta por conducir la trama del destino del sujeto de la estructura, al fuera del sentido, a los elementos de su existencia contingente. Es una orientación por el sinthome, donde el analista debe distinguir la contingencia del modo de gozar de cada sujeto. Hacia el final de su exposición presentó un caso donde la interpretación toca un abrochamiento contingente entre la palabra y el cuerpo.

Fabián Naparstek comenzó exponiendo que J.-A. Miller demuestra que el nombre del padre es una elucubración de saber como tantas otras; a partir de esto arma una analogía entre la solución neurótica y el delirio psicótico. Planteó que el delirio es un intento de solución a nivel del sentido, del significante, pero que lo es menos en relación al modo de gozar. Citó a Lacan apuntando que el loco es el hombre libre porque tiene el objeto a en su bolsillo, es libre del Otro, él tiene su causa en su bolsillo. Lo que J.-A. Miller llama "desorientados" se puede comparar con el hombre libre. En la actualidad hay una tiranía del a, la cual acerca nuestra clínica actual a la locura. En esta época se pretende meternos la causa en el bolsillo y nos deja en la locura de la libertad respecto del Otro. Los objetos no están enlazados de modo particular en el fantasma, son objetos a, aislados. Planteó que el discurso de la ciencia y el capitalismo empujan a contramano de la perversión, ya que el mercado supone lo nuevo cada vez, mientras que la perversión busca siempre lo mismo. Para finalizar citó a Lipovetsky, quien indica que los sujetos ya no sufren síntomas fijos, sino que hay una licuación de los síntomas, una banalización. Así como han caído los ideales, han caído los sentidos de los síntomas.

Samuel Basz situó los principios de la práctica analítica, principios deontológicos y principios epistémicos. El principio de singularidad es epistémico y tiene un sentido lógico. La modalidad de lo singular propia del síntoma, resultado del análisis, define la cura y orienta desde el primer encuentro con el paciente, el tratamiento analítico del síntoma. Diferenció "el principio de singularidad" que es lógico y que no descarta al diagnóstico diferencial, que aún tiene vigencia, de "la singularidad en psicoanálisis" que no es lógica, que no se obtiene por no pertenecer a una clase, que remite al parlêtre, que se obtiene en la experiencia analítica por el modo de gozar del inconsciente. Concluyó señalando que la singularidad que se obtiene como nombre de goce realiza, transformado, un existente de estructura y lo hace operativo en la facilitación y captura de la contingencia.

La Conversación
Daniel Millas propuso lanzar a la conversación la diferencia entre el sinthome y la singularidad.

Fabián Schejtman expuso que el individualismo es reacio a etiquetarse, y que el discurso del capitalismo nos vende algo personalizado pero que no tiene nada que ver con la singularidad.

Gerardo Arenas planteó que no se puede pensar lo singular sin las clasificaciones diagnósticas. El diagnóstico nos orienta, pero la brújula que perfora el diagnóstico es lo singular.

Adriana Testa hizo referencia al filósofo Ian Hacking, que muestra que las clasificaciones tienen un efecto bucle. El clasificado interactúa con lo que lo clasifica, y señaló que es un dato a tener en cuenta para la clínica: cómo se nombra alguien respecto a eso que lo clasifica.

Diana Wolodarsky indicó que la clínica del sinthome es una clínica superadora, que busca lo más singular del sujeto. Se preguntó cómo responde nuestro discurso en un mercado tan lleno de sentido y de promesas.

Las intervenciones siguieron aportando su rasgo singular, en una noche llena de entusiasmo y a la espera de continuar trabajando en las próximas Jornadas de la EOL.


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