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Textos presentados
Comisión de Garantía

Noche de la Comisión de Garantía
14 de noviembre de 2013 I 21:00 hs.

Seis propuestas para la garantía y la nominación de AME

1. El AME se funda en el pase
A partir de la lectura de las dos versiones de la "Proposición del 9 de octubre" (oral y escrita) publicada en los Otros Escritos, se desprende una propuesta para la nominación de AME.

La Escuela, subraya Jacques Lacan, no lo es únicamente en el sentido que distribuye una enseñanza, sino que instaura entre sus miembros una comunidad de experiencia, integrada por: AME, Pasador, AE.

Ya estas afirmaciones, reforzadas por el modo en que se implementa actualmente en la AMP el dispositivo del pase, implican pensar que entre las condiciones para nominar AME se debe tener en cuenta el hecho que es el que propone al pasador. Como también por serlo puede tener un lugar en el cartel del pase.

Entonces, a partir de las definiciones del AME, de ser: Garantía de formación suficiente; de estar constituido por el hecho de que la Escuela lo reconoce como psicoanalista que ha dado pruebas de serlo. Se suma, que las mismas deberían ser leídas en la perspectiva del psicoanálisis puro y el pase.

Lo que lleva a intentar evaluar también su condición analizante, y el control de su práctica.

No se trata del AE, quien para la Escuela es el caso.

Pero, se transita una tensión donde se debe deducir algo del AME como caso.

Otro punto afín a la comunidad de experiencia que se desprende de la "Proposición…", es cuando Lacan habla de dos momentos de empalme: el psicoanálisis en extensión y el psicoanálisis en intensión, situándolos en una relación topológica.

"Es en el horizonte mismo del psicoanálisis en extensión donde se anuda el círculo interior que trazamos como hiancia del psicoanálisis en intensión".

La apuesta es que el AME quede comprendido en esta relación topológica.

2. Las pruebas del anudamiento de la práctica con la formación:
La Escuela ofrece distintos dispositivos para que sus miembros den cuenta de su práctica y elaboraciones teóricas: jornadas, trabajo preparatorio de las mismas, noches de la Escuela, publicaciones, etcétera, constituyendo una comunidad de expositores y auditores que dan pruebas de su formación ¿Cómo reconocerlas? Sabemos que la teoría es una cosa y el saber del analista otra.

Tomemos por ejemplo la transmisión de la práctica a partir de la construcción de casos. El relato del caso comporta formas variadas que van del caso desplegado a la viñeta, formas en uso y otras que han caído en desuso, hay modelos e incluso reglas. Pero ¿cómo reconocer que la evidencia que el caso plantea da pruebas de que allí hubo análisis y por tanto funcionó el analista? ¿Se trata de su ajuste a una lengua común, a una definición común de lo que sería el caso, de lo que sería un análisis ideal, un resultado previsible? El discurso analítico procede a la inversa. Como plantea Eric Laurent es en la diferencia en relación a los modelos como la cualidad del trabajo de cada analista, su presencia, se hace escuchar. El caso clínico es a ese respecto, inscripción y diferencia. "La construcción formal (del caso) gira alrededor de un imposible que inscribe un lugar vacío, en reserva: S(A) barrado. Este lugar está reconocido como crucial, no solamente para la apuesta en una cura, sino también para la comunidad analítica". La indicación fundamental que Lacan ha dado sobre este punto es que la demostración en psicoanálisis es homogénea a la forma del chiste donde se trata de alcanzar una ganancia libidinal, en tanto se pone en juego la enunciación de cada uno.

¿Cómo evaluar también la eficacia de los dispositivos para favorecer la transmisión? Es preciso leer cada vez los síntomas que se producen en su funcionamiento, si facilitan u obturan este lugar vacío a partir del cual se suscita la transferencia de trabajo y se puede reinventar el psicoanálisis.

3. ¿Qué Control?
No hay garantía que selle de una vez y para siempre al analista, la escuela garantiza que el analista que se autoriza de él mismo ha surgido de su formación. Para pensar el término formación es necesario desalentar cualquier brisa sustancial que exhale alguna comunión con el objeto, diseñada a la manera de una buildung que la Escuela debe proveer; "Habrá que saber reparar en las cosas de las que no hablo", escribe Lacan, "hablé de formaciones del inconsciente […] no hay formación analítica".

Pero entonces ¿cómo entender la frase "esto no excluye que la Escuela garantice que un analista surge de su formación? Es el fantasma el que como axioma nos conduce a esperar lo prefigurado por su molde, es un fantasma", dice Miller creer que la palabra hace la cosa, que lo simbólico sea adecuado a lo real. Simbólico eso esta asociado a lo real por el fantasma en tanto sugestión de lo imaginario".

¿Dónde encontrar a este analista que da pruebas del nudo entre la formación que la Escuela dispensa y su práctica como analista?, se interrogaba Graciela Brodsky a propósito de su intervención sobre la garantía hace unos años atrás. Se puede observar que estas preguntas insisten, y aún nos interrogan. Uno de los lugares en los que se puede verificar su práctica y formación es el control, en tanto pilar fundamental en la experiencia analítica. En la medida en que no se efectúa una regulación burocrática y estandarizada de su practica tal como se encuentra establecida en la IPA, el control en la Escuela se rige por las elecciones que cada practicante realiza a través de su lazos transferenciales.

"El desapego, es la posición del analista que nos propone Miller", en tanto –cito– "no sabe, no se tiene la menor idea de lo que se puede hacer razonar azarosamente".

Pero entonces la aporía del saber que fracasa sobre si mismo, convoca la función del control en tanto enseña, no que no sabemos, sino que sabemos demasiado. En efecto, ¿qué es lo que nos enseña el control cuando en su horizonte está supuesto el acto analítico? El control del acto es la escritura de la lógica que se desprende de él y desde donde se orienta la cura. Es el deseo del analista el que puede hacer pasar el rinoceronte, nos dice Eric Laurent y que este resuene para producir un saldo que la escritura y la lectura inscriban como enseñanza en el control, que permitan a su vez deducir su posición en la transferencia.

En otras palabras un analista pide control cuando descubre que la subjetividad está interesada por su destitución radical o inversamente cuando teme encarnar el sentido. La angustia ante la sorpresa lo amenaza. La sorpresa a su vez no es la irrupción de lo inesperado sino el encuentro con lo inconscientemente esperado.

4. La dimensión de apuesta presente en la nominación del AME
La dimensión de apuesta está presente en la nominación del AME, al reconocer al producto de la formación que la Escuela dispensa.

Jacques-Alain Miller ha dado una orientación muy precisa al llamar efectos de formación no sólo a la adquisición de saberes sino a las transformaciones del goce en un sujeto.

Dichas transformaciones pueden subjetivarse como atravesamientos, un antes y un después, o a la manera sintomática, que siempre deja un resto.

La formación conlleva un lazo indisoluble con el psicoanálisis puro. Le cabe a la extensión servirse de la intensión.

La tarea que nos dejó Lacan con respecto a la trasmisión, a la enseñanza, es de tal magnitud que constituye un work in progress.

Para situar sólo algunos hitos:

  • Si hubiera un discurso que no sería del semblante, su Seminario puede situarse asi: los que lo escuchan no son tomados como plus de gozar.
  • Una posición analizante tal que la lectura que se efectúe desde allí no esté regulada por el Nombre del Padre y la dirección al Otro no requiera de su interpretación.
  • Por último, si hay una función social del psicoanalista, Lacan sitúa que enseñar es provocar en los otros el saber-hacer-con, saber desenvolverse en este mundo, tal como está, a la altura de su época.

5. La reinvención de la nominación de AME
Es algo evidente que en la actualidad, la cuestión de la garantía y la función política que la Escuela pretende de sus nominaciones AME deben ser reinventadas.

Si como lo señalara Miller, la cuestión llegó a un impasse es porque el estado de elaboración de la cuestión, no se encuentra en el mismo lugar en el que lo dejó Lacan. Hemos conversado extensamente acerca de ello. El factor tiempo es algo ineliminable y la respuesta por supuesto no podemos encontrarla en el cielo de las ideas.

El armado de una lista de nombres propuestos por la Comisión conlleva siempre implícito un efecto interpretativo hacia la comunidad de la que formamos parte y de la cual la comisión se hace responsable.

El efecto más logrado sería que en esa serie, no pueda leerse el rasgo que los haría idénticos sino algo del orden de lo mismo en su incomparable diferencia.

6. El AME más allá del padre
Los vivos debates de la comisión –que este texto transmite claramente y en sus puntos fundamentales– se situaban siempre en el interior de un contorno que iba de los nombres del padre a su más allá. En cada reunión el Sujeto-Escuela aparecía cuestionado y cuestionando: el valor del origen, el camino hecho con esa marca de origen, las consecuencias que inscribió a partir de esas marcas, cómo y qué hizo con eso, cómo inscribió su deseo en el colectivo, etcétera. Así, la fuerza que puede tener la tradición cedía su lugar a una pregunta que empujaba más allá de ella, más allá del dato de origen, más allá del grupo, más allá de las referencias diversas del nombre del padre. Ese giro se produjo entonces hacia una pregunta que hiciera legible algo de la transmisión del deseo del analista a otros y al Otro que la Escuela constituye.

La Escuela puede hablar así, una lengua ética que pasa a la política de la Orientación Lacaniana, separándose de la mera "lista de notables" –herencia de IPA–.

Nuestro debate tomó así la vía de la incidencia que tiene el analizado en el psicoanalista mismo y, así, relevar algo de la relación que mantiene con su inconsciente. En este sentido, se trataría de captar cómo se vincula con lo Real en juego en la formación del analista que, sabemos produce su desmentida sistemática. Así, relevarlo no constituye una simple lista de datos, sino constatar efectos que implicaron consecuencias reales a su alrededor: ¿qué crece alrededor de él?, ¿cómo ha hecho para pasar a otros ese discurso del que somos agentes?, ¿cómo se hace conocer y da signos al Otro de la comunidad analítica?, ¿de qué estofa están hechos estos signos?, etcétera.

Pensado así, se hace posible que una inconsistencia conmueva lo que tiende a consistir en nombre de la tradición, de la pura jerarquía o de nombres del padre congelados.