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La Escuela
Escuela de la Orientación Lacaniana

Judith o la suerte del encuentro
Victoria Paz

Siento una profunda tristeza al darme cuenta de que Judith ya no estará con nosotros, una tristeza tan grande como mi alegría por haber tenido la suerte de encontrarla. Encontrar a alguien atento a "tener siempre en cuenta la dimensión del otro, a fin de permitirle avanzar", como lo expresa de forma tan precisa Christiane Alberti para definir su estilo, es una suerte que debe ser celebrada.

Judith ha representado para nosotros, que hemos comenzado a presentar nuestra clínica en el Campo freudiano en los comienzos de la creación del CPCT, una guía y un sostén fundamental. En ese momento éramos una nueva generación de analistas y comenzábamos a exponer nuestra clínica con mucha precaución y también entusiasmo. Con jóvenes colegas, acababa de exponer un caso complejo de psicosis ordinaria en PIPOL. Me acuerdo de ella, acercándose para decirnos cuánto apreciaba el trabajo riguroso que hacíamos y del que testimoniábamos, manifestando sin ambages su convicción acerca de nuestro lugar en el Campo freudiano. Me acuerdo de este encuentro, de sus ojos magníficos, inteligentes y vivos, de sus pausas, de sus silencios expectantes y enriquecedores, singularidad de un estilo. Ella me planteó cuestiones reveladoras, dando una nueva dimensión a mis propias palabras y un valor ético al acto del que yo daba testimonio como analista. Me habló de su deseo de publicar el texto y de transmitirlo a nuestros colegas españoles. Me acuerdo todavía hoy de su manera discreta y decidida de darnos un lugar y de ponernos al trabajo. Su entusiasmo, su interés y su manera tan particular de hacer surgir la singularidad del sujeto me condujeron a trabajar en la publicación de esta intervención y en su traducción.

Esta experiencia fue la primera de una serie: Judith me ha llamado para diferentes tareas y siempre ha sido un placer volver a encontrar a esta mujer rigurosa, discreta y generosa. Hace dos años, sabiendo ya que estaba enferma, las circunstancias han hecho que ella me reclamase para que me ocupara del establecimiento y la traducción de una conferencia. Incluso en esos momentos, Judith me ha conmovido por su decisión de continuar sosteniendo hasta el final la causa analítica y el legado de Lacan en el mundo. Me ha sorprendido de nuevo por su estilo tan personal, un estilo analítico por el cual el deseo de saber resulta siempre convocado. No dejé entonces pasar la ocasión que la vida me ofrecía de manifestarle mi profundo agradecimiento por su apoyo, por la función valiosa que ella había sabido encarnar para nosotros, y de decirle también que yo estaría siempre a su entera disposición para continuar trabajando por la causa analítica.

Hoy, es en el seno de nuestra comunidad donde quiero rendir mi sencillo homenaje a Judith Miller y a su estilo, a esa manera tan particular, delicada y decidida, que tenía de estar en el mundo. A su propia manera de dejar su huella en el mundo y en cada uno de nosotros.

 
Traducción, Fe Lacruz