Por Beatriz Gomel

Quisiera aportar algunas reflexiones desde la interesante experiencia que compartimos como Grupo de Reflexión Clínica.

El grupo reúne a analistas que estrechan un lazo con otros analistas, en lo que podríamos llamar una transferencia de trabajo. Lazo que el sujeto que analiza mantiene con el Psicoanálisis, la Escuela y la Red.

A partir del caso clínico que aporta el analista comienza la conversación, como ocurre en el banquete -un banquete entre analistas- donde cada integrante aporta su singularidad en el modo de intervenir y pensar la cura.

Esto complejiza la conversación en tanto hace presente los aportes y las dificultades que lo grupal evidencia.

Quisiera destacar la importancia de pensar en ese espacio el lugar del analista, sus intervenciones, sus dificultades. El grupo de reflexión se distingue de la función control del analista, sin embargo, en la experiencia, se evidencia el deseo del analista puesto en juego y es ésta una ocasión de cuidado.

Sabemos que los efectos de una interpretación son incalculables. Del mismo modo, no resulta sencillo calcular los efectos de la reflexión grupal en la práctica del analista.

Sin embargo fue posible verificar que en ese marco de conversación se produce en ocasiones un buen encuentro, que evidentemente tiene incidencias en la cura que el analista dirige, posibilitando ciertas maniobras que permiten superar obstáculos e instalar la transferencia.