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RedAcción
Número 20
 
V Congreso AMP

por Irene Accarini

Los romanos fueron los cicerones adecuados, sobrios y cálidos anfitriones de esta estancia lacaniana, bajo la recepción de Antonio Di Ciaccia.

Roma nos convocó al trabajo de Escuela, en la instancia AMP, en la elección del nuevo delegado general en la persona de Eric Laurent y en la reflexión acerca del tema propuesto: el Nombre del Padre, prescindir, servirse de él.

Tanto las presentaciones plenarias como los trabajos clínicos, intentaron cercar esta nueva presencia del padre en la civilización y darle nombres psicoanálíticos. Aún los testimonios más actuales del pase en la voz de L. Naveau, R. Paule Vinciguerra y M. Tarrab, presentificaron la eficacia de un padre al que sin embargo se puede dejar de servir en la materialidad de un final de análisis.

En las mesas de trabajo fueron bienvenidos los interrogantes a aquellos puntos que suscitaban la intervención, en particular hacia los criterios diagnósticos alcanzados y a la tensión entre el psicoanálisis aplicado de los Cpct y el psicoanálisis puro, con las miras en no perder el psicoanálisis puro en pos de los beneficios terapeúticos. Luego la propuesta de E. Laurent invitó al desarrollo del estudio simultáneo del psicoanálisis aplicado y el psicoanálisis puro en los nuevos dispositivos de atención. Al responder una pregunta concreta sobre la Red de la Eol, Eric Laurent dijo: Los centros no deben hacer olvidar lo que ya existe, no olvidamos nada. La Red debe hacer conocer sus resultados y sus investigaciones, será escuchada en el próximo Encuentro Americano, será el lugar para hacer conocer los resultados de sus trabajos y de sus exitos.

También Eric Laurent nos transmitió en su discurso de candidatura y en el debate posterior, donde estuvieron puestos al día la recurrencias al pase a la entrada y la solidez del pase al final del análisis, la importancia de sumar los impasses que presenta el dispositivo del pase en las vías de las conversaciones que aseguren su solución.

La convocatoria al próximo Congreso AMP, presentada por Jacques-Alain Miller reconoce en el objeto pequeño a, una capacidad particular para presentarse bajo formas producto de un cuerpo despedazado, y para ser también objeto de discurso, donde desaparece aquella heterogeneidad. También podemos hablar del analista -nos dice Miller- que puede ser objeto causa de un analizante, y de este modo, para este analista, esto ocurre no por obra de él, pues la obra siempre está más allá.

También J-A Miller diseñó en su Lectio Magistralis, un entredós para el futuro del psicoanálisis, en el intermedio del discurso de la ciencia y el discurso de la religión.

Serán los próximos desafíos.

Unas palabras de Virginio Baio, pueden marcar tendencia al orientar la relización del deseo del analista hacia el nuevo amor por el padre, cuando en su decir, ¿por qué no?, llegue un tiempo en que el analista con su nombre propio ocupe un lugar en la constelación familiar del analizante, y la nueva familia sea un nuevo síntoma a la sombra del analista.

Los nombres de Freud y de Lacan, fueron recordados y homenajeados en su trabajo con el siglo que les tocó vivir y como anticipadores en escucha dentro del artificio analítico.

También los presidentes de las Escuelas tuvieron la oportunidad de decir acerca de la utilidad pública del psicoanálisis en nuestra actualidad del siglo, destacando todos ellos la posibilidad social del psicoanálisis en la oferta de su práctica, en la propuesta de Ram Mandil encontrando nuevas formas de conversación con el poder público, tal vez con la habilidad topológica sugerida por Graciela Musachi, de desplazarse de un lugar a otro de la banda sin pasar por ningún borde.

Los principios de la práctica analítica que fueron aprobados por votación de la Asamblea general, fundan al análisis lejos de un universal, por el contrario, es la medida del analizante que da la dirección de la cura donde su satisfacción en la experiencia determina también su fin.

Del mismo modo, la medida del analista la da el lugar que toma la pregunta acerca del deseo.

Las resonancias de las reflexiones romanas, extrajeron de la sombra del Nombre del Padre, los lugares del analista y el analizante.

Analista y analizante, serán pues una orientación para las Escuelas mismas en su trabajo de Escuela, servidores ambos del acto analítico.