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Boletín AMP-2010 N° 15
 

Entrevista a Graciela Brodsky
Susana Amado

1) ¿El dispositivo del pase es lo único que garantiza que una comunidad
 analítica no sea una asociación de miembros como cualquier otra?
Prefiero pensar a la EOL como una Escuela antes que como una comunidad, por analítica que sea. La comunidad tiene lo común, la unidad, lo uno, y eso no le va bien al concepto de Escuela tal como lo concebimos. Mejor lo dispar, lo múltiple. La multiplicidad es la fortaleza de la EOL, lo mejor y lo peor que tiene. En lugar de consolidar lo Uno, la Escuela es una manera de recomponer lo Otro para los analistas, de restablecer la suposición de saber luego del final de análisis, de relocalizar el objeto 'a' en el campo del Otro, y en este sentido sí, la Escuela sin el pase es un contrasentido, porque quedaría desvinculada del problema del destino de la pulsión al final de análisis. Eso hace del pase una forma privilegiada del testimonio -aunque no la única, como se ha visto- que responde al real en el que se apoya la formación del analista.

Dicho esto, hay que tener en cuenta que el pase no flota en el mundo de las Ideas de Platón, que esta sostenido por personas, por un dispositivo, y que, lo sabemos mejor que nadie, no es una vacuna contra los efectos de la peor política grupal. El desprestigio del pase es el desprestigio de la Escuela, de sus analistas, de sus analizantes. Mejor cuidarlo: es una bomba, pero también es frágil.

2) Usted mencionó anteriormente y se debate en estos días acerca de la heterogeneidad de los carteles del pase, ¿puede transmitir brevemente su experiencia?
Mi breve texto a favor de la heterogeneidad en la composición de los carteles del pase se inscribió en la secuencia del debate de la ELP en diciembre del 2009. Ciertas intervenciones dejaban ver que algunos colegas pensaban que la escasez de pases en España, la desconexión entre los miembros de la Escuela y el pase, era un efecto de la creación de la FEEP (Federación Europea de Escuelas de Psicoanálisis), responsable de los carteles. Ellos pedían entonces un cartel más cercano, un cartel de la ELP. Por mi experiencia en el cartel del pase de la EOL y en el de la EBP, opiné en ese momento que lo heterogéneo no podía sino favorecer el pase, y que la propia experiencia se vería renovada y facilitada si AEs provenientes de otras Escuelas pudieran ser llamados a integrar los carteles de la Escuela propia. No pienso en carteles trans-escuelas, sino en ocuparse siempre de incluir lo diferente en el corazón mismo de la Escuela. Eso ya se hace en cierta forma con la figura del éxtimo, pero este sólo interviene en caso de nominación. Además, la ampliación de la lista de los posibles integrantes del cartel del pase podría resolver incompatibilidades varias. Puesto que los carteles son de una Escuela, pero los AEs lo son también de la Escuela Una, era además una manera de pensar la articulación entre ambas instancias.

En el momento en que lo escribí, pensé que la peor identificación era identificarse con uno mismo, que es todo lo contrario de identificarse con el síntoma.