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El Debate de la Escuela Una N° 1
 

¿Hacia una ELP II?
Vilma Coccoz

"Hay encantos que valgan contra la verdadera valentía? Bien podrían los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible". Esta sentencia anticipa el trueque del nombre Caballero de la Triste Figura por el de Caballero de los Leones en la genial obra de Cervantes. Don Quijote da razón de este cambio a don Diego de Miranda, al comparar la empresa del caballero andante con las de los otros caballeros, los cortesanos, quienes, aunque suscitan el elogio cuando conquistan el éxito ateniéndose a sus precisas obligaciones, no son merecedores de una fama personal y duradera.

El andante caballero se distingue por su cometido y sus actos: "... busque los rincones del mundo; éntrese en los más intrincados laberintos; acometa a cada paso lo imposible; (...) no le asombren leones ni le espanten vestiglos [(monstruos horribles y fantásticos)] ni atemoricen endriagos [monstruos fabulosos con rasgos humanos); que buscar éstos, acometer aquéllos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios."

Es notable hasta qué punto la sugerencia de Jacques-Alain Miller de que abandonemos el ánimo tristón y el silencio que aqueja a la ELP para hacer nuestra la causa de Los Caballeros de los Leones es acertada y preciosa!

Como podemos leer en el párrafo antes citado, hay cosas que comparten el caballero andante y el analista. El más destacable es, sin duda, la valentía con la que ambos combaten los encantamientos imaginarios y con la que afrontan lo imposible que encuentran a cada paso. Contrariar el ánimo moroso que engendra vestiglos y endriagos puede ser una buena divisa para la acción del analista lacaniano.

Retomo esta respuesta que envié, en su momento, a JAM, a su envite, porque es hora de poner en práctica este lema. La oportunidad que se nos brinda en esta ocasión es de tal importancia para una escuela forjada en las estructuras que Lacan formuló en su Proposición que no podemos dejarla escapar: hablando de leones, “el león sólo salta una vez” decía Freud respecto al momento justo de la interpretación por parte del analista.

Estamos invitados a participar, uno por uno, en la interpretación de los síntomas de la comunidad analítica, no podemos dejarlo para mañana.

Miller ha puesto la casa “patas arriba” una vez más y los efectos son sorprendentes. Lo más impresionante es la Valentía (virtud del caballero de los Leones) con la que los analistas de la ECF han expuesto sus interpretaciones en JJ. Porque, una vez más, es el pase, como el lugar privilegiado del asiento de lo real en la Escuela, lo que está “al rojo vivo”.

El “inventario no exhaustivo” realizado por Natalie Jaudel en JJ Nº 75, publicado en español en el Debate de la ELP Nº 13 es, sencillamente, admirable. Leyéndolo –suelta verdades como puños– me di cuenta, entre muchas cosas, de lo imprescindible que es la construcción de una biblioteca del pase. Soy especialmente sensible a ello porque, al igual que Natalie, no he tenido la fortuna de participar directamente en el dispositivo, aún. Sin embargo, siempre he considerado que el pase es el vector que orienta mi participación en la Escuela.

La realización del proyecto de Escuela, su inserción en lo real del mundo, es un privilegio dado a unos pocos.

Conviene afrontar, entonces, la pregunta ¿hay un deseo de pase en la ELP? Que me disculpen mis queridos colegas, pero creo no podemos decir “tout va bien” y nutrir nuestra complacencia.

La ELP tiene ya la consistencia necesaria para soportar las auténticas preguntas suscitadas por la crisis actual en el seno de la Escuela Una.

Creo que el trabajo ingente de muchos colegas para sostener día tras día las actividades y funciones evidencia su compromiso con el Psicoanálisis, sólo que una cosa es el Psicoanálisis y otra la Escuela. (JAM). Estoy convencida de que si conseguimos salir del impasse actual estaremos más contentos, más animados y una parte importante de nuestras responsabilidades cotidianas se verán beneficiadas con una mayor repercusión. Porque serán nutridas con el un deseo renovado por llevar a buen puerto nuestros barcos y no navegar a la deriva, con gran esfuerzo, pero escasos resultados a la hora de hacer prosperar nuestra preciosa Causa Analítica en el siglo XXI.

Una Escuela silenciosa no puede ser una escuela de Lacan.

Creo, y así lo manifesté en nuestra Asamblea, en Valencia, que la modalidad de cierre de los CPCTs ha dejado un saldo de malestar acrecentado por una interpretación sesgada de los motivos que lo precipitaron y que se pudo leer en el Comunicado del Consejo del mes de septiembre. Y creo que existe una íntima conexión entre estos acontecimientos y el estado del pase en la ELP.

Si la libido de la Escuela, que se encontraba en franca e imparable disminución, se refugió en los CPCTs fue porque ese proyecto representó algo muy vivo, en el que la transferencia con la orientación de Miller se vio plasmada en algo más que en una declaración de intenciones.

En todo momento consideré que estábamos llevando a cabo una experiencia de Escuela. De hecho, sólo en el marco simbólico que ofrece la Escuela pudo operarse la lectura de la lógica en la que podíamos quedar atrapados: una intoxicación del discurso del amo motivada por el éxito de nuestra operación.

Pero resta por valorar lo que la experiencia aportó acerca de los conceptos fundamentales en que se asienta nuestra práctica en tal dispositivo, sus pros y contras, su contribución o no a la transmisión del discurso analítico en el estado actual de los discursos.

El modo en que se articula la ELP con la ECF y con la orientación política de Miller es fundamental para comprender, en mi opinión, el mencionado cierre de los centros, que puede ser considerado, por lo tanto, un cierre en falso.

Hacía falta un tiempo de comprender similar al que Miller otorgó, en las Entrevistas de Actualidad, a la crisis CPCTs en Francia, antes de una conclusión resolutiva. No podía ahorrarse este pasaje en la vida de la ELP. Entre el instante de ver: Entre el impacto de la intervención de Miller en la reunión del Ripa y de Laurent en el Consejo y el cierre de los centros algunos creyeron que era suficiente y podían saltarse la elaboración que requiere un hecho de estas características.

La experiencia CPCTs, nombrándose analítica, concierne al psicoanálisis puro: ¿en qué se autoriza uno para operar en nombre del psicoanálisis? Era la pregunta que no podía obviarse en las reuniones clínicas, tan distantes y distintas de la soledad característica de la consulta. Aceptar ser interpelado y formular a los otros las buenas preguntas para esclarecer su acción se convirtió en una práctica alegre. La mayoría de los miembros del equipo clínico así lo ha destacado, una vez abierto el espacio para la conversación sobre esta crisis en Madrid bajo los auspicios de su directora, Rosa López.

Hemos escuchado muchas veces que había muchas diferencias en la implementación del dispositivo en Francia y en España. Efectivamente, es el momento de despejarlas. Una de ellas concierne a la distinción entre generaciones que siempre ha sido difícil de establecer en la ELP y que responde a su particular historia, al factor c y a otros motivos a tener en consideración, sin que debamos caer en la tentación de denegarlos porque serían “políticamente incorrectos”. Y ello toca directamente al psicoanálisis puro. Por ejemplo, los AE y Ex AE que participaron en la experiencia ¿han podido alumbrar cuestiones candentes: la incidencia del pasaje por el CPCT de los participantes en el stage, y de su autorización a la práctica [En Madrid el stage no llegó a concluir el período previsto]? ¿Y acerca del control del acto analítico?

¿Por qué muchos participantes del Instituto creen que están en la Escuela, lo cual, evidentemente, incide negativamente en la transferencia con el pase? Es un hecho que en Madrid, compartir el mismo espacio físico acrecienta esta confusión.

Las dificultades para la práctica institucional en España precipita en los participantes con titulación universitaria la decisión de abrir consultas privadas. La declaración de psicoanalista se impone, por lo tanto, sobre la autorización y la garantía de la Escuela y confunde la noción de psicoanálisis laico. Porque nuestra responsabilidad en la preparación de operadores adecuados [Jacques-Alain Miller, “Le Débroussaillage de la formation analytique”, en: La Cause Freudienne Nº 68 “Notre sujet supposé savoir”] requiere muchas veces, aunque sea incómodo, objetar un empuje precipitado a la práctica con el fin de impedir autorizaciones salvajes que perjudican el recorrido analítico de los sujetos concernidos.

¿No tenemos la responsabilidad de cuidar del prestigio de nuestra carta de presentación en el mundo? ¿Cómo transmitir la seriedad de nuestro cometido sin que ello constituya un obstáculo al legítimo derecho a ganarse la vida?

Por supuesto que no es suficiente con una declaración de intenciones, no basta comulgar con los principios, se trata de hacerlos efectivos. Y si lamentamos que el pase no tenga un lugar central en la escuela, es seguro que la enunciación de los miembros de la ELP está implicada en el estado actual de las cosas. Pero tampoco basta, y lo hemos comprobado, con el activismo sin una estrategia calculada.

Recientemente hemos tenido ocasión de hacer en Madrid un trabajo con Bernard Seynhaeve. La comisión del espacio preparó el encuentro cuidadosamente que resultó muy interesante y enriquecedor. El intercambio in vivo hecho posible por la lectura y discusión previa de sus trabajos habría que tenerlo como referencia en adelante.

Para salir de la pasividad es preciso conseguir formularse preguntas que conciernen siempre al modo en que el pase conmueve subjetivamente a cada uno, acorde con la tesis de la Teoría de Turín. Es preciso consentir a que el real del pase le toque a uno, y nada puede reemplazar al hecho de escuchar a un AE de viva voz, por eso la mesa del pase en las jornadas y en los congresos es el momento estelar, el momento más emocionante y nuevo.

Las notables ausencias o mejor dicho, la ausencia de muchos notables, en el acto de Bernard, llamaba la atención…

Quiero una Escuela divertida, interesante, variopinta y conversadora. Una Escuela en la que diferentes voces se hagan presentes manifestando su distinción en el ejercicio de la argumentación. Los lazos amistosos y de simpatía propios del gregarismo humano no deberían traslucirse en perniciosos efectos grupales que pululan en el silencio. Lacan nunca dejó de advertir respecto al nocivo confort que ocasionan en el psicoanálisis, porque entonces el saber analítico se desvía hacia el discurso universitario.

El mismo Lacan luchaba cada día para no derrapar en otros discursos (Seminario Aún). Pero no es suficiente con saberlo para estar a resguardo, uno mismo, de tales despistes. Una Escuela de analizantes, lo estamos aprendiendo a apreciar, requiere de la mirada [“No estoy seguro –me parece que Lacan tampoco lo estaba– de que la caída de la mirada del Otro constituya un progreso ético tan grande. Pienso que cuando Lacan dice que se encuentra bajo la mirada de Freud quiere decir que el fin del análisis no se contradice con el mantenimiento de la mirada del Otro; es por lo que en algún lugar afirma que el pudor es la única virtud. Creo que esto quiere decir que la única virtud es conservar algo de la mirada del Otro” Jacques-Alain Miller, L’image du corps en psychanalyse. La Cause Freudienne Nº 68] de nuestros compañeros de ruta, nuestros colegas, que vela por la coherencia de nuestro discurso, ya sea para criticarlo, oponerse o manifestar su acuerdo.

Y nada de ello puede acaecer en el silencio.