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El Debate de la Escuela Una N°4
 

¿Y la chispa del pase?
Shula Eldar

Hay un problema en la ELP. Lo sabemos desde hace tiempo por los hechos que lo demuestran: no hay pasantes, apenas alguno.

No es fácil, al menos para mí, apuntar de manera certera a la raíz del problema.

Me pregunto: ¿hay deseo de pase hoy?

Se habla del pase, es cierto pero el acto permanece detenido. Ese es el estado de las cosas y no es nuevo. Hemos percibido desde hace tiempo la inmovilidad, la apatía, el exceso de prudencia quizás; ¿lo seguiremos denegando?

Tener que informar sobre la situación del pase, de cara a las Asambleas por ejemplo, se convertía en una cuestión embarazosa. Me correspondió hacerlo por formar parte del Secretariado del pase y puedo dar fe de ello.

Hemos hablado, hemos repetido, pero un debate no se llegó a abrir de verdad, no logramos que las palabras tuvieran consecuencias.

No obstante, ¡qué paradoja!, no faltaron invitaciones a los AE recién nombrados en nuestras Jornadas –como corresponde y no pongo en cuestión el saldo positivo de la escucha de sus testimonios–, ni se dejaron de organizar durante estos últimos años, con salas llenas, conversaciones sobre temas de "psicoanálisis puro". Además un espacio de trabajo sobre el pase se sostuvo en las distintas comunidades que componen nuestra Escuela.

En lo colectivo el pase está presente pero, entonces, ¿uno por uno qué sucede?

Parece que pasamos, ahora, del embarazo a la turbación y nos hacemos nuevamente preguntas en busca de buenas razones.

¿Se trata de un problema de funcionamiento o de desconocimiento del dispositivo?

No lo veo por ese lado. El dispositivo ha funcionado bien y el reglamento se cumple.

¿Volver a hablar sobre ello? Por supuesto, eso siempre es necesario.

¿Se trata de la designación de pasadores? Los AME de la ELP designamos pasadores, y seguimos designándolos. Se supone que lo decidimos tomando en cuenta ese momento del análisis que Lacan señala en la Proposición "...como estando allí...como el que es ese pase...". (“Proposición de octubre de 1967”).

Muchos de los pasadores esperan el golpe de suerte que les permita cumplir su función. O se resignan, viendo que las probabilidades no juegan a su favor.

¿Porqué no volver a hacer pública esa lista?

¿Cuántos de entre los pasadores han dado el paso de demandar el pase? Sería interesante poner a disposición de todos algunos datos (número de demandas, número de pasadores, etcétera). Para algo nos pueden servir estas estadísticas. Porque si lo que sucede es que los pasadores dejan el acto de presentarse al pase en suspenso –sabiendo que ser pasador no es una condición previa de la demanda de pase–, esto es algo sobre lo cual sí vale la pena cuestionarse seriamente.

¿En qué nos ha sido cómodo el silencio cuando "lo que permite el pase a alguien que piensa que puede ser analista, a alguien que se autoriza él mismo a ello, o que está a punto de hacerlo, (es) dar a conocer que fue lo que lo decidió, e introducirse en el discurso del cual pienso que por cierto no es fácil ser el soporte" (J. Lacan, “La experiencia del pase”, 1973)?

Hablar no es suficiente; puede haber palabras pero ¿hay también "esprit"? ¿O el "esprit", la experiencia analizante, el deseo que da color a la Escuela se ha desvaído bajo el primum vivere y otras comodidades...?

Recordaba una historia jasídica citada por Elie Wiesel. Es la historia del herrero que se quiso hacer independiente. Compró un yunque, un martillo, un fuelle y se puso a trabajar. Fue en vano. Entonces un viejo herrero a quien fue a pedir consejo le dijo: "Tienes todo lo que necesitas....menos la chispa".

18 de enero de 2010.