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El Debate de la Escuela Una N° 7
 

El pasador enero 2010
El pasador, entre secretario y analizante
Serge Cottet

La experiencia de los pasadores traduce un obstáculo. ¿Deben ellos retranscribir todo lo que han escuchado e informarlo en el orden en el que se les ha comunicado con el temor de olvidar algo, o bien deben encontrar un hilo, operar una selección, privilegiar una articulación lógica con el riesgo de pasar los límites de su función?

¿Escribas o intérpretes? Es bajo este binario que se pueden reagrupar numerosas comunicaciones de los JJ sobre los pasadores, de la misma manera que las últimas intervenciones del Colegio del pase sobre este tema.

La distinción de roles está ciertamente prevista por el dispositivo: el pasador no es miembro del cartel al cual se dirige; transmisión de un mensaje para el primero, interpretación y construcción para el cartel.

Es el pasante mismo sobre quien recae la carga de formalizar su cura, de operar una reducción, de hacer sensible al pasador el agalma de su experiencia. Sucede que el pasante tome el cuidado de puntuar él mismo el mensaje a transmitir con el temor de no tener que ver más que con un secretario. Se ve a veces al pasante insistir hasta en el modo de enunciación del mensaje:"Usted hará hincapié en… aunque…" para evitar justamente una narración histórica. Inversamente, un pasador se inquieta por el hecho de que el pasante reduce su mensaje al punto de no decir una palabra de su cónyuge durante toda la duración del testimonio.

Por más que la distinción de los roles esté definida, se constata que el cursor que va de secretario a intérprete escapa a la reglamentación y a toda reforma institucional. Si llega a ocurrir que el pasador olvida que es un analizante, entonces el sentido de su función se le escapa, así como sus límites. Esto está señalado por los colegas, en particular por M.-Cl. Sureau y Ph. La Sagna, que recuerdan que el pasador es un analizante y que es en tanto tal que recoge el testimonio. Decir que "él es el pase", en mi opinión, designa un punto en el que él es afectado por una experiencia singular que es de la naturaleza del instante o del momento de ver, donde la cuestión de la transferencia está aún presente para él, donde el inconsciente transferencial es tocado; los pasadores deberían ser designados en consideración del "desanudamiento de su experiencia personal", a fin de que su testimonio surja "de lo vivo mismo de su propio pasado" ("Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela", Autres écrits, p. 255). Existe entre pasante y pasador una discordancia de tiempo esencial en el valor de la transmisión. Ser el pase se ilumina desde una cierta posición subjetiva del pasador. Se lo ve de hecho cuando el pasador se implica en tal testimonio, el cartel retoma colorido después de estar identificado también al rol de escriba.

Frecuentemente un afecto de aburrimiento atraviesa el cartel que es levantado en esta coyuntura: lo "uniano" propio de la cantinela del relato de la cura deja lugar al acontecimiento de la cura (como dijo alguien ayer). El eco en el pasante de estos momentos de franqueamiento se ha hecho hoy todavía más actual, en razón del desbrujulamiento sobre el concepto de fin de análisis. Y así pues, es suficientemente fugaz y esto no puede durar, sobretodo si la experiencia del pasador le sugiere presentarse él mismo al pase. En todo caso, en el pasante, es un momento dejado atrás y son las consecuencias y el après coup que él extrae del acto analítico los que constituyen el punto curcial. Como Ph. La Sagna lo dijo en su texto de los JJ, el pasante está más allá de ese momento: él ha asumido para devenir analista y dramatiza eventualmente, en el semblante, su relato. El pasador está pues a la vez de este lado, como no asumiendo todavía el de-ser al que responde el acto analítico. Pero se puede decir también que está al abrigo de la ficción, a la que está expuesto el pasante en su "hystorización".

Es porque hay entre los pasadores además "novatos" que idealizan al pasante que ellos todavía no son, y que darían el gradus sin confesión, así como los desengañados o no incautos que invierten los roles y hacen un informe de caso como una observación de clínica analítica.

No se si este recuerdo de los roles es de naturaleza tal como para modificar la composición de los carteles a fin de reforzar ahí el rol de los pasadores, como se sugiere, el desfasaje que se acaba de describir sobre todo será sensible por las formas de transmisión y de enseñanza de la cual la Escuela tomará la iniciativa. Esta actualidad debería retener la atención de los AME en el modo de selección de los pasadores: más numerosos y más jóvenes.

 
Traducción: Viviana Fruchtnicht