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El Debate de la Escuela Una N° 8
 

¿Qué consecuencias para una invitación-interpretación?
Susana Dicker
(NEL-Guatemala)

Inicio unas breves reflexiones recordando las palabras de Judith Miller en su discurso de apertura de Enapaol, cuando cita lo que considera una interpretación de Jacques Alain Miller, de octubre de 2008; un axioma al que da valor de interpretación: “Lo que forma a un analista es su propio análisis, no el análisis de los otros”. Pero -agrega Judith Miller- “sin las consecuencias de esta interpretación, ésta se vuelve una tautología”.

Sabemos que hubo consecuencias. Noviembre de 2009 nos despertó a todos desde las jornadas de la ECF, las de Valencia y la semana en Buenos Aires. Nos despertó de nuestra vigilia de neuróticos- como diría Jacques Lacan. De allí a la fecha, hay todo un movimiento que puede dar testimonio de ello. Un “movimiento analizante”, como lo nombra Eric Laurent, del que no es ajena la iniciativa de nuestro boletín. Un movimiento que es respuesta a la propuesta de “desmasificación de la enunciación”.

Primera reacción de mi parte: ¿cómo pensar esa “desmasificación de la enunciación” si ella, por definición, por la relación tan singular con el inconciente, se supone “desmasificada”?

Luego el nombre de nuestro boletín: “En primera persona”. Sabíamos que la invitación era al sujeto de la enunciación. Pero el yo del enunciado -aunque atrapado en sus propios espejismos- también es primera persona, como lo es, aunque en plural, el nosotros de la identificación en los grupos. Es lo que nos enseñó la gramática, pero también la teoría y la clínica psicoanalítica y nuestra experiencia institucional, cuando ambos están siempre prestos a aparecer desde las trampas de lo imaginario.

Entonces la inquietud y la pregunta: ¿Podría mantenerse la distancia entre el enunciado y la enunciación en nuestros decires? Distancia clave para consentir la entrada en análisis. Distancia clave para decirse analizante. Los analistas ¿podríamos sostener el bien-decir que se espera de su posición analizante cuando la oferta que se nos abre es producir la conversación en la Escuela?

Preguntas básicas, elementales, antes incluso que las que pueden llevarnos a pensar las cuestiones que al pase se refieren.

La experiencia en Buenos Aires, la sobriedad de los testimonios de los AEs y de los que no lo son; el deseo renovado por la Escuela, por el psicoanálisis, por el propio análisis en los que estuvieron allí presentes y regresaron a sus sedes -algo que se hizo manifiesto en la sede de mi ciudad, en la Noche de Escuela con la que abrimos las actividades del 2010- todo ello permitió que cedieran los temores encerrados en esas preguntas y dieran paso a un optimismo que confía en el compromiso con nuestra posición analizante, en la responsabilidad de cada miembro respecto a su formación y al lugar que le compete en la Escuela.

Las preguntas de Lizbeth Ahumada en el número uno del boletín desafían la inercia en la que caemos tan fácilmente. Y lo dice bien: no es que tenga que haber ya, ahora, pronto, en la NEL, AEs. No es sacarlo de nuestra perspectiva, pero sí admitir un tiempo lógico también para la Escuela. Se trata más bien de hacer de la nuestra, una Escuela de analizantes, el ejercicio analizante en los testimonios de la clínica y en el decir sobre nuestra relación al inconciente. Despertar a “la masa dormida” cita Juan Fernando Pérez a Miller, “hacer de ella la mejor política que el psicoanálisis puede darse hoy”, como leemos en la conversación de la ELP.

Me leo y pienso: una invitación a la enunciación, a la primera persona y ya he citado a tantos referentes. Pero es ese un trabajo en la Escuela como Escuela Una, donde lo Uno y lo múltiple pueden entrar en una consonancia epistémica sin borrar las diferencias en la enunciación.