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El Debate de la Escuela Una en la EOL N°5
 

Del fracaso de un éxito al éxito de un fracaso
Eduardo Benito

¿Alguna vez el psicoanálisis basó su sobrevivencia en el número de personas que adhirieran a él? ¿Acaso el mismo no podría permanecer como una suerte de botella en el mar (véanse los escritos de Lacan) a la espera de nuevas generaciones sin que ya nadie lo acompañe? Al contrario podemos imaginarlo abarrotado de gente, colapsadas todas sus formas de consultas, sus dispositivos, privados, públicos y aun más con los secretariados del pase desbordados de pedidos en todas las escuelas y sin embargo por completo extinto en cuanto a su espíritu (véanse los resultados de "la peste" freudiana en América).

Si como dijera J.-A. Miller" no se trata de aplastar tal espíritu bajo el pretexto de extenderlo", tampoco se trata de aplastarlo bajo el pretexto de reducirlo a su sola intensión. "El pase sin el Foro, dice Miller, es un semblante".

De todas formas entre las antípodas del psicoanálisis aplicado y el puro, pareciera que algo, más allá de toda cifra, impensado y común compromete a cada instante su sobrevida.

Del primero recordemos que tal riesgo corrido exigió, a su pesar, una interpretación de J.A. Miller (Jornadas de la ECF) que derivara en un intento por revisar una posible pragmática psicoanalítica. Tal debate aguarda, entiendo, su oportunidad. ¿O ya se ha dado por zanjada la cuestión? De todas formas se puede extraer de tal momento la siguiente fórmula sencilla e iluminante: Según Miller se trató "del fracaso de un éxito". Éxito, entiendo, para el amo moderno por la cantidad (el número le es muy afín). Fracaso para el psicoanálisis (en su espíritu "indescifrable").

En el otro extremo del arco, otra vez J.A. Miller, a partir de la contribución de S. Gayard pone en el tapete "el lugar del pase en la escuela" que continua con la mencionada "batalla a cada instante" por hacer existir el psicoanálisis. Lo sabemos, el psicoanálisis no es necesario, proviene de una contingencia y en consecuencia es posible que deje de existir. A la inversa, Miller hace de un fracaso de número, los pocos o nulos pedidos de pase, un intento de revisar el pase mismo y reformularlo. Soportar y poner en el tapete tal cuestión propició, entiendo, el alivio de una serie de enunciaciones personales "a cielo abierto" que han aireado y aligerado las posiciones. ¿Es esto de por si un éxito? Seguro, pero…

Es que la EOL, a la que pertenezco, también ha pasado por el éxito de un fracaso. El pase, su suspensión y retorno, permitió, creo, resguardarlo como dispositivo respecto de las personas. Sobre todo de aquellas que pudieran corromper su espíritu. Por supuesto el testimonio de M. Tarrab introdujo un inédito bálsamo de desidealización del pase cuyos efectos, creo, perduran a la fecha. Como se dice en la EOL, el buzón del secretariado del pase no se presenta vacío y no por casualidad. De todas formas y por lo planteado hasta aquí, dichos números: ¿importan?

Es Lacan quien nos advierte que la verdad desencadenada, lo que ha hecho Miller con el pase, no siendo ella semblante, (pues puede llegar a lo real), tiene sin embargo por destino reforzarlo. En consecuencia opino que no podemos descuidar, como el mismo Miller no lo hace, el texto de Gayard que se completa del siguiente modo:" una batalla de cada instante, homóloga a la batalla sobre el lugar del psicoanálisis en el mundo".

Es decir ¿cómo se explica que gente formada psicoanalíticamente en el intento por extenderlo, termine en el riesgo de parecerse a aquello que dice combatir? Y en el otro extremo, ¿"cómo, es Miller quien lo dice, un colegio del pase pueda ponerse fuera de juego siendo sus miembros excelentes colegas, y tan pronto se han liberado de sus imposiciones han tomado con premura su lugar en el debate"?

¿No se capta que se trata de algo que trasciende el plano de las personas, que involucra a todas las escuelas y que tal vez evoque con naturalidad el misterioso espacio de la Escuela Una donde conversar al respecto pues es evidente que no posee nacionalidad especifica, color local alguno ni lengua particular?

Tal vez convenga a la manera de Lévi-Strauss dar razón a los antiguos sobre donde localizar el infierno, e intentar como dice Gayard "tomar las cosas por otro lado", aquel que permita volver sobre los fundamentos del discurso analítico, o en todo caso sobre el riesgo permanente de ser (tanto en su aplicación al Otro social, como en sus intentos por verificar el fin de un análisis) coaptado en tanto un saber expuesto a otros fines. Lugar donde, sin lugar a dudas, las cifras imperan.