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El Debate de la Escuela Una en la EOL N°7
 

El pase: efectos de trasmisión
Diana Dukelsky

Es esta una oportunidad para compartir algunas vivencias y preguntas que me provoca el pase, corazón de nuestra escuela.

El primer testimonio de un AE es una fiesta, el salón y sus adyacencias se colman, reina un silencio atento, cada uno se deja atravesar por esa experiencia singular con sus dolores, alegrías, reflexiones y un saldo que cada vez vivifica al psicoanálisis.

Si bien hay un automaton -cada nominación lleva a un testimonio- resulta propiamente un acontecimiento, la sorpresa se impone y a la vez conduce a la reflexión sobre los pasos lógicos que permitieron llegar a tal fin de análisis.

Cada nuevo testimonio de un AE es la verificación de que el pase es el núcleo de nuestro psicoanálisis y en consecuencia es natural que las crisis y rupturas en la comunidad se hayan puesto de manifiesto en relación al dispositivo. La crisis que atravesó la EOL fue el ataque de un grupo al dispositivo del pase con el fin de apropiárselo, a sabiendas de que así se apropiaban de lo más valioso que tenemos. Las pasiones grupales de las que hicieron gala eran la negación misma del principio en el que se funda el psicoanálisis y el pase: la singularidad de la subjetividad contraria a todo fenómeno de masa.

Desde que esta invención se hizo manifiesta allá por octubre de 1967, a lo largo de cuatro décadas dio lugar a numerosos conflictos y crisis a la vez que motivó debates interesantes sobre la dirección de la cura y su fin. La puesta a cielo abierto de las elaboraciones de los participantes en el dispositivo responde a la finalidad que le atribuyó Lacan: hacer avanzar al psicoanálisis.

Así como cada primer testimonio resulta una noche de excepción en la escuela, otras noches dedicadas al pase se convierten para mí casi en un automaton donde pocas veces logro aprehender un trozo de saber. ¿La idea se hacer avanzar al psicoanálisis se me habrá convertido en un ideal que me impide atrapar ese poco de saber que intentan trasmitir los integrantes de los carteles y aún los nuevos testimonios de los mismos AE?

Pareciera que la riqueza se agotara en esa primera vez. Descuento la cuota de fascinación que está siempre presente. De todos modos considero que hay una dificultad inherente al tipo de elaboración y trasmisión que requeriría el material recabado en el dispositivo.

Me inclino por este motivo porque hasta ahora, en general, quienes integraron los carteles han sido los mejores de entre nosotros, depositarios de la confianza analítica de la comunidad. Esta tendencia también se registra en los trabajos que nos llegan de otras escuelas, recuerdo las reseñas cuantitativas (cuántos se presentaron, cuántos según sexo, etc.) reñidas con el principio de la singularidad inherente a la subjetividad.

No hay duda que uno por uno los miembros nos enriquecemos con ese algo que cada uno puede atrapar de cada trasmisión. Aún así la aspiración de Lacan de hacer avanzar al psicoanálisis me lleva a preguntarme: ¿sería posible promover otro tipo de elaboración que realice el pasaje del saber en acto que trasmite el testimonio a un saber particular ordenado en torno a lo no sabido, el saber del psicoanalista?