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El cartel
El cuaderno de navegación

N°11 - Agosto de 2007
Objetos en la época
Ana María Gallegos
 

"Objetos y marcas en la época", tal es el título de nuestra Jornada Nacional de Carteles, orientada hacia la temática del próximo Congreso de la AMP sobre "Los objetos a en la experiencia analítica", como una manera de avanzar en el trabajo, como lo plantea Eric Laurent, entre el psicoanálisis como práctica y la civilización como nuestro partenaire.

Miller nos propone para este trabajo, que nos dejemos orientar por el Seminario de "La Angustia", particularmente en su cuarta parte. Es allí donde vamos a encontrar desplegadas las cinco formas del objeto a, las tres freudianas: oral, anal y fálica; y las dos lacanianas: escópica y vocal.Este objeto pequeño a pone en cuestión el formalismo como tal, constituyendo un límite interior a los poderes de este formalismo, y aparece como éxtimo en tanto implica una ética encarnada. Es lo que lo hace no totalmente natural y tampoco totalmente formal. Es esa parte de nuestra carne que permanece necesariamente atrapada en la máquina formal, para siempre e irremediablemente perdida.

Allí donde Freud dice su fórmula: la anatomía es el destino, Lacan la torna verdadera al dar al término anatomía su sentido estricto, etimológico: ana-tomía; poniendo de relieve su función de corte, de borde, siendo los agujeros del cuerpo pulsional los soportes de los objetos. Así da lugar a un nuevo estatuto del cuerpo. Ya no es el cuerpo imaginario, sin órganos, del Estadio del Espejo, ni tampoco el cuerpo mortificado del significante que barra. Restituye al cuerpo sus particularidades anatómicas. Es un cuerpo que pierde su unidad en beneficio de la fragmentación en pedazos separables, en partes, en órganos. En piezas sueltas a las que les puede encontrar un nuevo uso.

En este primer registro del objeto a, correspondiente a la lista de las pulsiones diseñada por Freud y ordenada por Lacan: oral, anal, fálica, escópica y vocal; el goce es presentado como el objeto a de la pulsión.

Pero cuando el goce se presenta como plus de goce, es decir, lo que colma - pero jamás totalmente - la pérdida de goce, allí la lista de los objetos a se amplifica. Más allá de los objetos a en cierta forma naturales, se extiende a los objetos de la industria, de la cultura, de la sublimación. Es decir que los objetos a tienen sus equivalentes proporcionados por la ciencia y la técnica, llamados por Lacan letosas en su Seminario XVII y gadgets en su Seminario 20.

Sin la brújula orientadora del Nombre del Padre y perdida la función orientadora del S1, el sujeto de la hipermodernidad se ve empujado por el imperativo del consumo, donde él mismo aparece más consumido que consumidor.

Es la época del vale todo. Todo se puede ver. El objeto escópico, con la proliferación de pantallas, es propicio a las dos versiones, el voyeurismo y el exhibicionismo claramente observables en los realitys.

La voz se acumula en esos pequeños aparatos que se llevan en el bolsillo, que aíslan al sujeto con sus oídos tapados por los auriculares, acompañado solo por "su mundo".

Es así que todo lo guardado, acumulado, depositado, se corresponde con el objeto anal.

Y el malogro de la relación de los sujetos con el objeto oral, acompañado por los hábitos alimenticios de la época actual, son una obediencia a la letra al empuje a consumir-se.

Finalmente, la industria farmacéutica se siente compelida a resolver la angustia en juego ante la detumescencia del falo como órgano.

Miller incluye en la serie de los objetos naturales, culturales y de la sublimación al objeto causa. Entiendo que un análisis es la posibilidad de reencontrar el objeto causa, por estructura escondido y desconocido.

El analista puede ser asimilado al objeto causa de un análisis, en tanto él mismo ha levantado el desconocimiento de su objeto a, el desconocimiento de su acto, para que el analizante logre servirse y prescindir de él.