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Relativos a la AMP - IV Congreso AMP: La práctica lacaniana
Nº1 - 4 de Enero de 2003
Hacia la Conversación sobre "Los Principios de la Práctica Analítica"

SUMARIO:

Línea 30
PRESENTACIÓN
Por Andrés Borderías
Línea 64
LOS PRINCIPIOS DE LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
Por Vicente Palomera

Línea 100
PRESENTACIÓN DE LAS PREGUNTAS PARA LA CONVERSACIÓN DE MADRID
Por Vicente Palomera

Línea 138
LAS TRES PREGUNTAS
Por El Directorio y el Consejo de la ELP

Línea 186
LA ESTRUCTURA ES EL VERDADERO SETTING
Por José Antonio Naranjo

Línea 259
LA PRISA Y LA ESPERA
Por Graciela Brodsky

Línea 422
BIBLIOGRAFÍA

 
Línea 30
PRESENTACIÓN

Ponemos en marcha esta nueva vía de trabajo, que quiere ser ágil y abierta a todos los miembros de la ELP.

125 Líneas sale al espacio como instrumento de preparación de nuestro debate, que con motivo de la próxima Conversación mantendremos en Madrid el próximo 1 de Febrero de 2003, evento para el cual contaremos con la presencia de la Delegada General de la AMP, Graciela Brodsky.

Aparecerán en sus páginas las repuestas a "Las preguntas para la Conversación de Madrid" y los textos -de no más de 125 Líneas- que nos envíen los miembros de la ELP como contribución para la preparación del debate.

De este modo pretendemos que nuestra Conversación esté precedida por una reflexión en la que cada miembro tenga la oportunidad de contribuir con su elaboración a partir de la propia experiencia sobre los Principios de la Práctica Psicoanalítica.

Encontrarán en este Número 1 el texto de presentación de la Conversación "Los principios de la práctica psicoanalítica" y "Las Preguntas" que el Consejo dirige a los miembros de la ELP, introducidas por un texto de Vicente Palomera. Incluimos además un texto de J. A. Naranjo, "La estructura es el verdadero setting", y un texto que amablemente nos ha hecho llegar Graciela Brodsky, "La prisa y la espera". Por último, incluimos una breve Bibliografía sobre el tema de la Conversación.

De este modo, queridos colegas, nuestro trabajo arranca, como nos recuerda Graciela Brodsky en su artículo, entre la Erwartung, la espera activa y la prisa, único modo de cernir lo real.

Un cordial saludo y feliz año.
Andrés Borderías.

 
Línea 64
LOS PRINCIPIOS DE LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
Por Vicente Palomera

Sobre el fondo de una cierta fetichización de la técnica psicoanalítica por parte de los postfreudianos, Jacques Lacan, en su "Discurso de Roma" (1953), reemplazaría la teoría de la técnica por una poética. Los principios de la práctica psicoanalítica los encontramos así en los poderes de la palabra. Si la cura analítica es una experiencia de lo que significa estar en la palabra, la interpretación sería el cálculo de las "resonancias semánticas" de ésta, es decir, la respuesta a los "ecos de la palabra" del analizante.

Por otro lado, si bien inauguró su enseñanza poniendo de relieve los efectos de amplificación significante y semántica propia de la palabra, Lacan no dejará de recordar que el psicoanálisis es fundamentalmente una operación de reducción.

Tal como lo ha mostrado Jacques-Alain Miller, sobre el poema subjetivo el psicoanálisis realiza una operación de reducción hasta alcanzar el "hueso del análisis" (Miller, J.-A., El hueso del análisis, Tres Haches, Buenos Aires, 1998).

Esta reducción hasta el hueso, al núcleo de nuestro ser (Kern unseres Wesen) según la fórmula de Freud, es correlativa del tiempo del sujeto objetivado en la transferencia. En esta perspectiva, se explica que la sesión llamada de "tiempo variable" se fuera decantando hacia la sesión más verdaderamente lacaniana, la "sesión breve".

Para tal fin, los principios que gobiernan los medios de intervención del analista, ya sean del lado del significante (puntuación, interpretación y silencio), ya sean del lado del objeto (escansión, frecuencia y precio de las sesiones), implican que el analista esté formado en aquello que regula su respuesta, es decir, lo que puede capacitarle para sostener el lugar que la estructura de la experiencia de la palabra le asigna.

La "Conversación de la ELP", que contará con la participación de Graciela Brodsky, Delegada General de la AMP, representa el punto de partida en los preparativos de la ELP de cara las Jornadas de estudio ECF-ELP (París, octubre 2003) y el Congreso de la AMP (Buenos Aires, julio 2004).

 
Línea 100
PRESENTACIÓN DE LAS PREGUNTAS PARA LA CONVERSACIÓN DE MADRID
Por Vicente Palomera

Entrar en "los principios de la práctica analítica" supone confrontarse al tipo de dogmatismo imperante, un dogmatismo que toma, en la actualidad, la forma de un relativismo débil, variante del post-modernismo, en el que ya no hay ningún gran discurso, ninguna gran certeza. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la presentación de la versión española del libro de Heinz Kohut, Los dos análisis del Sr.Z. (Herder, 2002), cuando uno de los editores se satisface con una frase de Kohut: "el psicoanálisis debe pasar de estudiar a Freud a estudiar el ser humano".

En este mundo atravesado por un discurso heterogéneo, en el que cada uno reclama su parte en la verificación, encontramos una nueva forma de escepticismo. En este mundo ¿qué significa la "orientación lacaniana"? y ¿por qué elegimos a Lacan? Es lo que tenemos que argumentar en la Cuarta Conversación de la ELP, no sin anticipar una primera respuesta: elegimos a Lacan porque él tenía una idea del real en juego en la teoría psicoanalítica y de los principios de su práctica. En efecto, Lacan nos acercó a un cierto modo de pensar la clínica, reformulando la teoría de Freud y las contribuciones de los postfreudianos. Es así cómo llegó a hacer funcionar el psicoanálisis con el mínimo de efectos colaterales, con un mínimo de esa crueldad para el analista y el analizante (como muy bien sugiere la experiencia personal de Kohut en su alegato anti-standard).

Pensar los principios de la práctica analítica supone interrogarse por qué Lacan pensó que es imposible ser analista sin la Escuela de psicoanálisis, porque la Escuela de psicoanálisis es lo que nos obliga a volver a interrogar constantemente la posición del analista, de modo que éste no tendrá nunca la seguridad de poder afirmar: "esto lo sé". En resumidas cuentas, pensar los principios de nuestra práctica supone situarse al nivel de la invención del matema. Lacan lo modula así: sabemos poca cosa de "cómo" funciona el inconsciente (para Lacan se trata de "cómo funciona" y no del "contenido").

¿Qué sabemos del inconsciente? Sabemos que "es un saber que el sujeto no sabe que sabe" y es a partir de ese tipo de "no saber" con el que nos dirigiremos a Madrid, el 1 de febrero.

(*Aclaración: Las tres preguntas que proponemos a los miembros de la Escuela pueden responderse discrecionalmente, o sea, en su totalidad o no.)

 
Línea 138
LAS TRES PREGUNTAS
Por El Directorio y el Consejo de la ELP

1.- Decimos que la dirección de la cura consiste en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica. Freud dio varias versiones de la misma (sería interesante estudiarlas). Por su parte, Lacan señalará que las directivas implícitas en la regla fundamental "están, en una comunicación inicial, planteadas bajo la forma de consignas de las cuales, por poco que el analista las comente, puede sostenerse que hasta en las inflexiones de su enunciado servirán de vehículo a la doctrina que sobre ellas se ha hecho el analista en el punto de consecuencia a que han llegado para él" ("La dirección de la cura", Escritos, p. 566). En estas líneas, se lee que no es tanto en el enunciado de la regla, sino en su enunciación donde se pone en acto el deseo del analista. ¿Cómo lee Usted estas líneas? Por otro lado, ¿recuerda cómo le fueron transmitidas a Usted las directivas de la cura analítica? La regla analítica supone un combate contra la represión que constituye a todo sujeto ¿podría ilustrarlo mediante alguna breve viñeta clínica?

2.- En su introducción al debate que tuvo lugar el día 22 de diciembre en Milán, Jacques-Alain Miller delineó los términos de la actualidad con la que se confronta el psicoanálisis hoy y subrayó la necesidad de que el psicoanálisis puro renueve una alianza con su forma aplicada: sólo así se podrá preparar la mutación de las formas del psicoanálisis mismo que no está destinado a existir por mucho tiempo en sus formas actuales, si consideramos las presiones que ejercen sobre él exigencias cada vez más directas, orientadas por criterios cuantitativos sobre utilidad, resultados, etc. ¿Cómo piensa usted que el psicoanálisis aplicado puede ser de ayuda para salvar la forma pura del psicoanálisis? Más aún ¿qué considera como indispensable y accesorio en el dispositivo analítico?

3.- Con respecto a la sesión propiamente lacaniana, la "sesión breve", entramos en una interpretación del tiempo standard de la sesión, que Lacan empezó a desarrollar en "Función y campo de la palabra". François Leguil, en su artículo "De la nature du consentement des analysants aux séances courtes" (En: La Cause freudienne, 46, 2000) explica el efecto producido sobre el sujeto de la práctica lacaniana de la sesión breve en términos de un efecto de solidificación que permite al sujeto reducir el punto de elaboración afrontado en la sesión. Leguil cita un relato hecho por Paul Lemoine en un congreso sobre las sesiones breves, donde informó sobre un intercambio de palabras con Lacan sobre este argumento: "Cuando estaba en análisis con el doctor Lacan, estaba evidentemente sorprendido por el hecho de que hubiese cambiado la duración de las sesiones y que hubiéramos pasado a sesiones más cortas. Mientras me acompañaba a la puerta, un día le pregunté: ¿por qué son ahora más cortas las sesiones? Él me respondió: "¡Porque quiero hacerlas más sólidas!". ¿Su experiencia le permite corroborar este "efecto de solidificación" de la sesión corta. ¿Qué decide para Usted el corte de la sesión? ¿Podría dar algún ejemplo clínico?

El Consejo y el Directorio de la ELP

 
Línea 186
LA ESTRUCTURA ES EL VERDADERO SETTING
Por José Antonio Naranjo

Toda práctica conlleva una técnica -y así ha ocurrido con el psicoanálisis. El movimiento postfreudiano reguló esta técnica en sus menores detalles, obsesivizando su ejercicio, y olvidándose con ello de que toda técnica responde a una ética.

Regular algo es ponerlo bajo el mandato del automaton, intentando con ello forcluir la tuche. El "marco analítico" de ser un medio, se convirtió en fin. Produciendo una subversión en la práctica, desregulando el marco, Lacan desplazó la responsabilidad de la práctica sobre el analista: "si no son los standars los que garantizan un análisis en curso, esta responsabilidad recae sobre el analista" (1). Responsabilidad de su intervención -interpretación, escansión, corte, duración de la sesión, su número, etc-, tal que podemos decir que allí donde no hay responsabilidad del analista, no hay verdadera sesión analítica.

Al hablar de táctica, estrategia y política, Lacan respondía con fundamentos de doctrina a lo que era la regulación de una técnica. La política es la determinación de los fines, y la táctica y estrategia son los medios, determinados por estos fines.

El poder táctico es el poder de la oportunidad, del kairós de la interpretación, con el doble objetivo de alcanzar los dos términos que están en posición de excepción en la estructura (2), el el S1 y el (a). Y, a la doble faz de la interpretación, responde la doble naturaleza de la transferencia, epistémica, (SSS), y erótica, (a), una doble naturaleza que posibilita la inclusión del analista en la cura: la cara epistémica le da un lugar, pero es su vertiente libidinal la que le precisa el lugar, se lo dibuja con exactitud -al modo de los llamados "dibujos simpáticos". Este lugar es a respetar, y la salida del mismo tiene consecuencias.

Por tanto, interpretación y transferencia están conectadas: "Lacan pone la interpretación en el fundamento de la transferencia" (3). Entonces, si la interpretación es el fundamento de la transferencia, ¿qué fundamenta, a su vez, la interpretación? El analista por su deseo, un deseo que en tanto enunciación (4) enigmática, convoca a la x que el sujeto fue para el deseo del Otro.

Así pues, el deseo del analista fundamenta la interpretación, que a su vez es el fundamento de la transferencia –lo que nos lleva a afirmar que es el deseo del analista, determinando el fin de una cura, el que determina el uso, bueno o malo, acertado o equivocado, de los medios: interpretación y transferencia.

Y será acertado su uso, cuando use la transferencia contra la repetición, en tanto "la transferencia es una repetición lograda" (5), cuando use la interpretación para ir contra la alineación, y cuando ponga su deseo al servicio del más allá del fantasma, con objeto de liberar el deseo del paciente de los límites de su fantasma.

Si esto hace, el deseo del analista será la función que separe al psicoanálisis de toda psicoterapia. El psicoanálisis es una terapia, cierto, pero no una psicoterapia, ya que las psicoterapias respetan el fantasma, no separan el deseo del sujeto de su alineación al deseo del Otro y no rescatan al sujeto de la repetición de su goce.

Concluimos: que la sesión analítica tenga su regulación es una cosa, que de ella se haga un marco inamovible, es otra. Este marco que llevó a un respeto religioso, no está justificado, porque si de imponer un marco se tratase, para marco ya es suficiente con el del fantasma y el automaton cerrado de la repetición.

Es por esto que terminamos diciendo que el setting a respetar es la estructura, en tanto verdadero setting, siendo cada sesión un efecto de la estructura como causa. Y respetar supone prestar confianza: "Dans la psychanalyse -dit Lacan- il est fait confiance à juste titre à la struc­ture logique, car elle ne perd jamais ses droits" (6). Si la estructura no pierde sus derechos, el analista no olvidará sus deberes: docilidad a la transferencia, y espera del kairós de la interpretación.

 
NOTAS
1- Ornicar digital?, nº 121. Flory Kruger.
2- "Los signos del goce". J.-A. Miller. Sesión del 28.01.87
3- "Petite introduction aux pouvoirs de la parole". J.-A. Miller. La lettre, 142.
4- Ibid
5- "Silet", J.-A. Miller. Sesión del 22.03.95
6- "Homologue de Malaga", J.-A. Miller. La Cause, nº 26.
 
Línea 259
LA PRISA Y LA ESPERA
Por Graciela Brodsky

Si se considera la experiencia analítica en su conjunto, la indicación de Lacan es que hace falta tiempo para hacerse al ser. No es equivalente a hacerse a la idea, aunque seguramente la indicación esta tomada de esta expresión. En efecto, parece demostrado que aunque la concepción del final de análisis varíe, eso no incide directamente sobre la duración de los análisis. Asimismo, tampoco parece tener incidencia en la extensión total el acortamiento de las sesiones o la alternancia entre periodos con y sin sesiones separados a veces por varios meses.

En cambio, si dentro de la extensión del análisis se considera esa unidad que representa cada sesión, lo que predomina es la prisa, no se trata de hace falta tiempo sino más bien que no hay tiempo... que perder.

En lo que hace a la duración total, es normalmente el analizante quien esta apurado por concluir (excepción hecha de la reacción terapéutica negativa), mientras que al analista le toca poner en juego el todavía... una vez más.

En cambio, en la sesión, al analizante suele faltarle el tiempo para desplegar todo lo que hubiera querido decir, mientras que el analista indica que es suficiente.

El analizante no se equivoca: hasta cierto punto, indica Lacan, siempre se concluye demasiado pronto. Pero ese demasiado pronto es lo único que evita que sea demasiado tarde.

Considerada en detalle, esta tensión temporal entre el todo y la parte no hace mas que reflejar la tensión existente entre el síntoma, que "instituye el orden donde se revela nuestra política" y la interpretación, que define la manera de intervenir en dicho orden. (1)

Hacerse al síntoma no es finalmente otra cosa que lo que Freud recomienda en Recuerdo, repetición y elaboración, puesto que propone una nueva relación con la enfermedad.

Sin embargo, los fines del análisis exigen que previamente a este "nueva relación" el sentido del síntoma se haya descifrado y que su significación fantasmática haya perdido consistencia. La interpretación (semántica, asemántica, corte, puntuación, etc.) interviene con este propósito.

¿Por qué no basta una interpretación? ¿Por qué no alcanza con una sesión? Jacques Alain Miller se hacía la pregunta en Buenos Aires.

Y en efecto, ¿Por qué nos daríamos una estrategia prolongada si no fuera que la repetición forma parte de esa "realidad sólida" (2) con la que nos chocamos en el dispositivo? La industria cinematográfica descubrió hace algunos años la eficacia del suspenso que producen esos Terminators que renacen una y otra vez a partir de un resto fraccionado ad-infinitum.

Pero la repetición no recae solo en el analizante, y si este aporta con su síntoma la repetición de lo mismo, el analista, por su parte, exige "una regularidad casi burocrática" (3) en la sucesión de las sesiones.

De todos modos, este cruce de dos repeticiones obedece a políticas distintas. Mientras la repetición del analizante persigue el goce, la serie de sesiones prepara el terreno para "sorprender ese algo cuya incidencia original fue marcada como traumatismo". (4)

La sorpresa, tan cara a la fenomenología, no es un tema de actualidad. La proliferación tecnológica va en dirección contraria, y el ideal de la civilización es que eso ande sin sorpresas y sea calculable (la confección del mapa del genoma humano, por ejemplo, va en este sentido). Del mismo modo, la globalización del consumo empuja a la marginación lo mismo que para el positivismo del siglo XIX portaba la marca del exotismo.

El psicoanálisis no es indiferente a esta declinación de la sorpresa. Si las interpretaciones de Freud, aun las más explicativas, tenían eficacia, era, precisamente, porque no habían sido escuchadas antes.

Freud no sabia que el inconsciente se acostumbra al psicoanálisis y desconfiaba de las sorpresas que podían provenir del analista: "la intervención analítica presupone un largo contacto con el enfermo, y toda tentativa de sorprenderlo en la primera consulta con la comunicación brusca de sus secretos adivinados por el médico es técnicamente condenable y atrae al medico la cordial enemistad del enfermo". (5)

Freud desaconsejaba la sorpresa como recurso... ¡porque toda su practica era sorprendente! Prefería, mas bien, la sorpresa del analista: "Obtenemos los mejores resultados terapéuticos en aquellos casos en los que actuamos como si no persiguiésemos fin ninguno determinado, dejándonos sorprender por cada nueva orientación y actuando libremente sin prejuicio alguno". (6)

A medida que el saber que produce la experiencia analítica -y que por una curiosa inversión temporal parece preceder a la experiencia misma- se acumula, se hace evidente que el saber solo da cabida a la sorpresa cuando falla; de ahí la afinidad de la sorpresa con la verdad y también con la histérica, dedicada a demostrar la falla del saber. De ahí también su limite: basta estar un poco advertido para encontrarla siempre en el mismo lugar. Por eso el agente del discurso analítico no es la histeria… por cierto, tampoco la obsesión.

Decía que la repetición prepara el terreno para la sorpresa. Esta es doble. Del lado del analizante, se produce en la falla de la repetición. En efecto, cuando tropieza el inconsciente produce extrañas formaciones: sueños, lapsus, actos fallidos. También síntomas, pero estos solo sorprenden cuando irrumpen estruendosamente, como en el desencadenamiento de la psicosis. Normalmente, el síntoma se repite lo suficiente como para no sorprender. Su lema es: ¡Otra vez! O quizás: Otra vez... Los signos agregados no logran disimular lo que no cesa. En cambio, si hubiera que encontrar la modalidad lógica que le va bien a la sorpresa, habría que hacerlo por fuera de cualquier no cesa. Ni necesaria ni imposible, la sorpresa es mas bien, contingente. Del lado del analista, la sorpresa proviene de la interpretación: responder como conviene en el momento justo y saber concluir a tiempo.

Ahora, puesto que durante estos meses hablamos bastante de la prisa, diré algo de la función de la espera.

Hablé antes de preparar el terreno para que el acontecimiento imprevisto, la sorpresa, surja. Creo haber indicado que era la serie de sesiones la que preparaba el terreno donde se alojaría, por un lado, la irrupción del inconsciente, la irrupción de la verdad en la falla del saber para nombrarlo como lo hizo Lacan en su momento, y por otro, la interpretación o el corte, es decir la sorpresa que proviene del analista.

Quisiera detenerme ahora un momento en la serie de las sesiones, e indicar que una serie es tal porque entre un suceso y otro media el intervalo.

Es decir que preparar el terreno supone la serie, pero la serie supone el intervalo, o sea, la espera. No es, por cierto, la espera del "mientras tanto", sino la que describe ese fenómeno que Freud la llamó Erwartung: la espera activa. Por ejemplo, el apronte angustioso de algunos pacientes el día de su sesión, la extraña inquietud que tal otro va experimentando a medida que se aproxima la hora, o mientras sube por el ascensor, etc. Es esa anticipación de que algo desconocido va a pasar y que Freud describe entre los correlatos de la angustia.

En verdad, no creo que se pueda entender la lógica de nuestra serie de sesiones cortas si no se incluye esta dimensión de la espera, este no saber qué sucederá sobre el fondo de la espera, de que algo está por ocurrir.

Dar cuenta de la articulación entre la prisa y la espera permite comprender, por ejemplo, que la sala de espera sea parte de la sesión misma: la espera hasta que se abre la puerta, la vacilación, como la de los prisioneros, en el momento de pararse, y luego la prisa de la propia sesión. En la sala de espera, el analista es el "huésped", el desconocido que aparece de manera imprevista, un poco unheimlich, pero solo un poco, porque el analizante llegó hasta ahí, y esperó, alerta, lo que solo se revela inesperado sobre el fondo de esa espera.

En el Seminario XII, Lacan describe ese momento culminante (toma el ejemplo del zen), ese momento singular donde ubica la brusquedad que sigue a la espera, y que se realiza por una palabra, una frase, una jaculatoria, incluso una grosería, un pito catalán, una patada en el trasero.

Es solo en la articulación de la prisa con la espera que entiendo que Lacan pueda decir que la temporalidad del análisis es la angustia, y que es porque el deseo del analista suscita esa dimensión de la espera que el sujeto es tomado en la eficacia del análisis. (7)

Pienso que podría hacerse todo una clínica de la espera: la espera en la obsesión, en la fobia, la espera en la escena sado-masoquista, la espera en la vida cotidiana: la espera de la llamada telefónica, la espera de la carta, la del invitado.

Creo que podría decirse, incluso, que la espera es la condición necesaria para que un acontecimiento sea verdaderamente inesperado.

En fin, habría que demostrarlo, y no ahora, porque tenemos prisa.

 
NOTAS
1- Jacques Lacan, Lituraterre
2- Jacques Lacan, La psychanalyse dans ses rapports avec la realite
3- Ibidem
4- Ibidem
5- Sigmund Freud, Análisis profano
6- Idem, Consejos al medico…
7- Jacques Lacan, El Seminario, libro 10 (inédito)
 
Línea 422
BIBLIOGRAFÍA

1.- Sobre los principios de la práctica analítica.

- Freud, S., "Escritos técnicos", en Obras Completas, Amorrortu, buenos Aires.
- Lacan, J., "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", en
- Escritos, Ed. Siglo XXI, México
- Lacan, J., "La dirección de la cura y los principios de su poder", en Escritos, op. cit.
- Miller, J.-A., Introducción al método psicoanalítico, Ed. Eolia-Paidós, Buenos Aires
- Miller, J-A., El hueso de un análisis, Editorial Tres Haches, Buenos Aires.
- Miller, J.-A., Le Lieu et le Lien, Seminario del 13-12-2000, J.A.Miller, inédito.
- Laurent, E., "La lógica de las entradas en psicoanálisis", en: Freudiana nº 15, Barcelona, 1995.
- V.V.A.A., "La sesión analítica. Cuestiones éticas en la clínica", del XI Encuentro del C.F:, Buenos Aires 2000.

2.- Sobre la sesión analítica y la sesión breve.

- Brodsky, G., "La hâte et l'attente", en: La Cause freudienne, Revue de psychanalyse, nº 46, París, 2000.
- Miller, J.-A., "La seance analytique", en: La Cause freudienne, Revue de psychanalyse, nº 46, París, 2000 ( es la lección del 15 de marzo de 2000 de "Les us du laps", L'orientation lacanienne (1999-2000).
- Miller, J.-A., "El tiempo lógico" (I y II), en: El Psicoanálisis, 1 y 2/3, Revista de la ELP.
- Laurent, E., "Une séance orientée par le réel", La Lettre mensuelle de l'ECF, nº 188, París, mai 2000.
- Laurent,E., "Modos de entrada en análisis y sus consecuencias", Ed Eolia-Paidós
- Leguil, F., "De la nature du consentement des analysants aux séances courtes", en: La Cause freudienne, Revue de psychanalyse, nº 46, París, 2000.
- Skriabine, P., "Logique de la scansion, ou pourquoi une séance peut être courte", en: La Cause freudienne, Revue de psychanalyse, nº 46, París 2000.
- Alvarez, D. E., "Setting, encuadre, discurso" en "¿Cómo se analiza hoy?", Ed.Manantial
- Indart, J.C., "Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico", en "¿Cómo se analiza hoy?", Ed.Manantial
- Soler, C., y otros, "Standards no standards", en "¿Cómo se analiza hoy?", Ed.Manantial
- Bleger, D., y otros, "Poderoso caballero", en "¿Cómo se analiza hoy?", Ed.Manantial

3.- Un interlocutor de la IPA sobre Los principios de la práctica.

- R. Horacio Etchegoyen, "Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica" (segunda edición), Amorrortu editores, Buenos Aires, 2002. (se trata de una interesante lectura sobre la historia de la técnica psicoanalítica entre los post-freudianos con una posición honesta frente a las innovaciones del doctor Lacan).

 
Responsable de la Edición: Andrés Borderías.