26 de Septiembre de 2013 | 21:00 hs.

Los síntomas contemporáneos de los analistas

Este año, en las reuniones del Consejo, hemos pensado cómo introducir en la Escuela alguna interrogación alrededor de lo que, de la época actual, nos interpela.

Después de algunas consideraciones decidimos convocar a una noche del Consejo invitando a algunos colegas para que nos respondan algunas preguntas acerca de los síntomas contemporáneos pero, esta vez, del lado de los analistas.

Teniendo en cuenta que la vida, hoy, no se ordena alrededor de construcciones simbólicas, lo que nos permite decir que estamos en la era del "más allá del Edipo", queremos saber qué piensan nuestros analistas de los efectos que esto produce en su formación y en su práctica.

Se dice por todos lados que lo que comanda la época actual no es el Nombre del Padre sino un goce que, por sus características, exige cada vez más satisfacción, lo cual nos enfrenta con algo que aparece de más, algo así como demasiada agitación, demasiada rapidez, demasiado consumo, demasiada prisa. Estamos enfrentados a la pérdida de una medida fálica superada por un goce sin medida, desregulado.

Eso nos confronta con nuevos padecimientos, nuevos síntomas que llegan a la consulta, por eso todas las reflexiones de los últimos años giran alrededor de esta problemática; teniendo en cuenta este marco, el interés que nos surgió no es tanto el enfoque de cómo el analista responde a estos nuevos síntomas sino interrogarnos por los síntomas nuevos que la vida actual produce en los analistas, fundamentalmente en su formación.

La vertiginosidad de la época actual nos enfrenta con analistas que hoy tienen demasiada prisa, que transitaron un poco por algún consultorio analítico, que supervisan sólo en los casos de urgencia, que justifican su formación haciendo algún que otro curso o post grado, que suman uno o dos carteles en su experiencia y con eso consideran que tienen la legitimidad de nombrarse como tales, confundiendo: "autorizarse a" con "tener derecho a".

En base a estas reflexiones, hemos invitado a seis analistas para que cada uno de ellos y en no más de 5 minutos -por lo tanto muy brevemente para estar en sintonía con la época- puedan responder una pregunta que se refiere específicamente a estos puntos. Luego, otros seis analistas interrogarán cada una de esas respuestas, también en 5 minutos, para dar lugar -a continuación- a las preguntas o comentarios de todos los presentes.

Para finalizar, encontrarán tanto la lista de las preguntas como los nombres de quienes responderán e interrogarán.

1. La era después del Edipo, ¿cómo incide en la formación del analista?
   Responde: Mónica Torres. Interroga: Luis Tudanca
2. Si la formación analítica implica no solo la adquisición de saberes sino también el recorrido de un análisis, ¿cómo lograrlo si lo que orienta la época actual es la prisa?
   Responde: Juan Carlos Indart. Interroga: Mauricio Tarrab
3. En la época del Otro que no existe, ¿cómo interpreta Ud. el "autorizarse por sí mismo"?
   Responde: Graciela Musachi. Interroga: Ricardo Seldes
4. Lacan decía: "No alcanza evidentemente servirse de mi vocabulario para que esto tenga el menor efecto sobre lo que es la práctica psicoanalítica". ¿Cómo piensa Ud. la formación del analista, más allá de repetir el vocabulario lacanés?
   Responde: Jorge Chamorro. Interroga: Gustavo Stiglitz
5. Orientados por el último Lacan, ¿qué podría decir sobre su "formarse al Uno" en su experiencia y cómo eso ha incidido en su práctica?
   Responde: Ricardo Nepomiachi. Interroga: María Cristina Martínez De Bocca.
6. En relación con la Escuela y la transferencia de trabajo, ¿cómo piensa el proceso de aquellos miembros que entraron a la escuela hace veinte años con una participación muy activa y luego se apartaron, o bien se desinteresaron?, ¿cómo hacer para propiciar acontecimientos que puedan relanzar en cada uno su transferencia con la escuela?
   Responde: Leonardo Gorostiza. Interroga: Silvia Baudini.

Coordinación: Flory Kruger

Reseña de la Noche del Consejo