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23 de Enero de 2010
Medir lo verdadero con lo real
 

"Por lo tanto, actuemos como el matemático
loco (?) que usaba un principio de medición
diferente para cada etapa de su cálculo."
Samuel Beckett
[1]

"Medir lo verdadero con lo real". Con esta frase, Jacques-Alain Miller concluye una de las clases de su último Curso.[2] En francés, "mesurer le vrai au réel", que traducido literalmente sería "medir lo verdadero a lo real". Traducción que desdibujaría el alcance de la fórmula, en sí misma paradojal: la de medir lo verdadero con la vara de lo real. Digo paradojal porque lo real es precisamente sin ley y, por lo tanto, lo inconmensurable por excelencia.[3] Cómo medir lo verdadero con lo inconmensurable de lo real, podría ser otra forma de decirlo.

El contexto en que Miller introduce esta frase es el de la reconsideración del pase según la TDE (le tout derniere enseignement), especialmente a partir del "Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI "donde Lacan afirma que "La pregunta sigue siendo la de qué puede impulsar a quienquiera, sobre todo después de un análisis, a hystorizarse de sí mismo".[4] [5]

Como ustedes saben, desde esta nueva perspectiva el acento se desplaza del "pase relámpago" o "iluminación" -más ligado al atravesamiento del fantasma-, hacia "la instancia central del síntoma", a la "identificación con el síntoma", al "saber arreglárselas" y a la "satisfacción" así alcanzada. Volveré luego sobre este punto.

Pero antes, una pregunta se impone: ¿acaso podríamos decir que esta última "versión" del pase anula las anteriores, las vuelve caducas? Mi idea es que no, y que si bien no son homogéneas y la versión atravesamiento puede subsumirse como momentos de franqueamiento en la versión "identificación al síntoma", pienso que la nueva perspectiva nos permite decir que las versiones anteriores -en la medida en que son precisamente eso, "versiones" del pase-, no hacen sino mostrar que del pase mismo no podemos tener otra cosa que… "versiones". Dicho de otro modo, que el pase que cada pasante se propone transmitir no es sino su versión del pase, así como los testimonios de los AE no son sino las versiones de sus respectivos pases, y así como el saber que podamos elucubrar en torno al pase no nos dará sino otras versiones conceptuales del pase en un momento dado de nuestra comunidad de experiencia.

Ocurre que el término versión es sinónimo de "traducción" o "interpretación". Por lo tanto, podríamos ya anticipar que toda hystorización –en tanto se dirige a un Otro- supone un trabajo de "traducción" o de "interpretación", incluso en el sentido teatral del término.

Se percibe entonces que al hablar de "versiones" del pase nos encontramos de lleno en la cuestión de las relaciones entre lo verdadero y lo real. Dicho de otro modo: cómo, con una "versión" –ligada al sentido y a lo verdadero- hacer pasar, al mismo tiempo, un real.[6]

Ahora bien, Miller -en la clase que nos sirve de punto de partida- plantea que habría un pase en la cura que va del inconsciente transferencial (el inconsciente interpretativo, el que se articula como sentido y establece un lazo social) al inconsciente real (que es ininterpretable, está fuera del sentido y reenvía a la soledad).

Entonces, toda la cuestión es de qué manera se reestablece el lazo con el Otro una vez que el sujeto alcanzó el encuentro con el inconsciente real.[7]

Esa operación es lo que Miller aquí llama el pase bis, el pase que va –a contrapelo del anterior- del inconsciente real al inconsciente transferencial.

"Hay una palabra –dice- para calificar la operación del pase bis: "hystorización", una historia histerizada. Una historia que es un proceso de historización intersubjetiva, si puedo decirlo así.

El pase bis, eso sería la hystorización de vuestro análisis. No solamente extraer una lógica que sería el metalenguaje de vuestro análisis. Si Lacan dice hystorización con una y griega, es porque no se trata de objetivación. Es también un teatro. Se trata de elaborar cómo, en mi análisis, he podido hacer sentido con lo real, e incluso, en la ocasión -necesariamente tapando los agujeros que separan los trozos- conseguir hacerse aplaudir."[8]

Digamos aquí que la mención al aplauso no es secundaria, ya que como tal es índice de la satisfacción suscitada en los otros, en los colegas.[9]

Pero lo importante es que si el pase bis se sitúa en este punto de inversión a contrapelo, su elaboración se produce en la soledad alcanzada en el inconsciente real. La hystorización –que en tanto histeria apunta al Otro- se soporta entonces en esta soledad, incluso si esa soledad es parasitada por los pasadores que transmiten el testimonio al cartel del pase. "Este es -dice Miller- el teatro del pase".

Teatro, histeria y estructura de Witz reproducidos por el dispositivo del pase y en su transmisión. Se trata entonces de un nuevo lazo con el Otro que no implica hacer del pase bis un testimonio sobre lo verdadero de lo verdadero -sería un metalenguaje- ni una prueba de verdad -eso es el análisis. Porque el pase bis supone que, habiendo alcanzado el inconsciente real, se ha llegado a saber que la verdad es un espejismo. Espejismo que se extingue, que encuentra término, cuando, ante el inconsciente real se eleva la satisfacción que marca el final de análisis.[10]

Es decir que, en esta perspectiva de medir lo verdadero con lo real, es central la noción de satisfacción. Pero no sólo la satisfacción alcanzada por el sujeto en el final y que resuena sobre el fondo de la insatisfacción neurótica, sino también la idea de que en el procedimiento del pase –concebido como hystorización - resulta crucial "obtener la satisfacción de los colegas".[11]

Ahora bien, resulta entonces necesario precisar qué entendemos por "la satisfacción de los colegas".

Creo que coincidirán conmigo en que hay diversas maneras de obtener la satisfacción de los colegas. Hay una satisfacción que puede lograrse por la identificación, por entendernos y comprendernos en tanto compartimos una jerga, un sentido común. Una satisfacción donde la resonancia es la del cuerpo en tanto imaginario, la que hace a la buena forma del Uno de lo uniano. Eso es lo propio de todo grupo y la Escuela también lo es. Pero creo atisbar que la satisfacción que Lacan destaca en el pase es de otra índole. Voy a proponer entonces algunas vías para su exploración.

Hablé en una oportunidad de "El manierismo del pase".[12] El "manierismo del pase" implica concebir al cartel del pase como lo que encarna ante el pasante al Otro de la Escuela, y que en tanto tal puede decir sí o no al "neologismo" que el pasante presenta. O sea, decir sí o no a su hallazgo como "desvío con respecto a la norma". Esto último es la definición misma del estilo manierista.

Pero en lo que ahora nos importa, hay que subrayar que es en ese desvío donde yace el plus de goce; como en el Witz, donde, en el seno mismo de la armonía, crece de pronto un exceso singular.[13] Así, podemos conjeturar que es precisamente cuando dicho desvío -índice del plus de goce- introduce una satisfacción en el cartel, que algo del pase se transmite. De lo cual se desprende que, en esa última historia que alguien se cuenta y cuenta al Otro de la Escuela, si no se produce esa "satisfacción en los colegas", es improbable que el desvío presentado sea aceptado como una nueva relación con la repetición, como validación de que hay algo nuevo en el decir.[14]

Ahora bien, ¿en qué consiste la satisfacción? En comprender. "¿Qué determina en uno el sentimiento de haber captado un sentido?"- se preguntaba Miller en una oportunidad. Y luego respondía: "... el sentido comprendido es el goce, la satisfacción."[15]

Pero entonces, ¿cómo concebir esa satisfacción desde esta nueva perspectiva de medir lo verdadero con lo real si lo real es, precisamente, lo que excluye el sentido?

Para decirlo rápido, propongo lo siguiente: se trata de una satisfacción paradojal. Una satisfacción que lejos de hacer resonar el cuerpo en tanto imaginario evocando la buena forma de lo Uniano, es capaz de hacer resonar una conexión con el agujero, es decir, la conexión que preserva lo Unario y que es propia de la identificación al síntoma.[16] [17]

Aquí conviene recordar que el horizonte del testimonio nunca es el de la completud de lo Uniano, sino el de la hiancia -la que introduce y preserva lo Unario- y donde lo dispar de un real puede ser alojado y transmitido.[18]

Por ello, el testimonio nunca alcanza a transmitir una información completa, ya que la pérdida – como en el análisis - forma parte de lo que se transmite y, de alguna manera, lo que se transmite son siempre "modalidades de la pérdida".[19]

Lacan construyó su grafo de la comunicación del cual nos servimos para figurar el proceso del Witz arraigándolo en la insatisfacción y por eso lo llamó el grafo del deseo, y no del goce. Pero, no obstante, a veces se produce "el milagro de la satisfacción". ¿Cuándo ocurre este milagro? Ocurre en el momento del fracaso en el decir, cuando en el propio mensaje, siempre insuficiente –es la insatisfacción permanente del lenguaje-, el Otro llega a entender lo que está más allá, llega a entender justo en el fracaso en el decir.[20]

¿No podríamos afirmar entonces que la satisfacción alcanzada y la suscitada en los colegas es una satisfacción que se recorta sobre un fondo de insatisfacción ligado a la pérdida? Una pérdida entendida no como fruto de la impotencia del lenguaje sino como signo de una nueva relación con la repetición, aquella que sabe que hay una imposibilidad; imposibilidad que lejos de excluir el goce del saber, permite establecer una relación de extimidad del goce con el saber.

Esta satisfacción podría así corresponder a una ética del fracaso y que es inherente al bien decir.[21] Una satisfacción que surge de cercar, cernir, encerrar lo que no puede decirse, lo que no puede traducirse en el saber, lo cual no impide hacer resonar ese goce en el saber.

Acabo de hablar de "traducción" y antes dije que es un sinónimo de "versión". Ante ello, podemos concluir que en la experiencia del pase y en su transmisión -es decir en su "teatro"-, se trata de la paradoja de la traducción de una experiencia intraducible o, mejor dicho, de una traducción que preserve una relación a lo intraducible como tal.

Creo que aquí se sitúa toda la problemática del testimonio conceptual de los AE como pasaje de la experiencia privada a la lengua pública de la Escuela y la AMP –lo cual supone ya una "traducción", una "versión"-, y luego, el desafío que aún tenemos por delante: el trabajo de "retraducción" de los testimonios para que estos resuenen en la "plaza pública".[22]

Para ello, la orientación que sugiere ese "medir lo verdadero con lo real" tal vez pueda servirnos de brújula en cada testimonio y en nuestro trabajo colectivo.

Si el pase bis -como concluye Miller- supone establecer la diferencia de lo verdadero y lo real, elaborar la deriva de lo verdadero, medir aquello que hizo función de verdad y que, en el análisis, desde el punto de vista de lo real, se dedicaba incesantemente a extinguir o a velar ese real [23], ¿podríamos intentar situar ese movimiento en algunos testimonios? Es lo que ahora les propongo a modo de conclusión.

Primero, en un testimonio de Mauricio Tarrab[24]

Lo ubico en el apartado llamado "El momento lógico del pase". Momento donde Mauricio dice que se produjo una reducción brusca de todo lo anterior a la dimensión del semblante. La frase así extraída, reducida, "ser el soplo que le falta al Otro", me parece puede ser leída como el aislamiento de lo verdadero –no deja de ser un semblante, un "ser de sentido" como luego lo llama- a partir de poder "medirlo" con lo real de la experiencia de la angustia, con "el tránsito por la certeza de la angustia" que allí se abre.

Como recordarán, en ese momento "el sujeto ya no está representado en el Otro" por ese "ser el soplo del Otro", y entonces el Otro se vuelve un "agujero donde se articulará el trayecto pulsional".

La frase de Lacan con la cual Mauricio hystoriza ese momento y lo vuelve transmisible a la comunidad es "Haz un anillo de ese hueco, de ese vacío que está en el centro de tu ser. No hay prójimo sino es ese hueco mismo que está en ti, el vacío de ti mismo."

Creo que allí puede leerse cómo el trabajo de hystorización, se soporta en la soledad alcanzada en el inconsciente real.

Y a continuación, hace una mención a la posición del analista que lo acompaña en ese trayecto y que me parece crucial.

Dice que el analista supo alojar ese vacío pero no tanto sosteniendo la causa de deseo para el analizante, sino encarnando "la caja de resonancia que permite escuchar la voz que resuena y pasa", lo cual grafica con el piso superior del discurso analítico: a à $ Se trata, dice, de "un lazo entre dos vacíos".

Entiendo que, estrictamente hablando, no escribe el piso inferior de dicho discurso porque ya el saber supuesto ha mostrado su condición de semblante así como también el "ser el soplo del Otro" -en tanto significante amo producido por el discurso analítico- ha revelado el punto donde "lo verdadero" se ha separado, se ha distanciado de lo real dejando ya de velarlo.

Una pregunta que desde esta perspectiva se abre para mí es si podríamos pensar que en la transmisión a la comunidad también se trata de una resonancia equivalente, es decir, de la comunidad misma como caja de resonancia y si allí residiría la satisfacción de los colegas.

Esto implicaría que lo que resuena en la comunidad y puede suscitar la satisfacción no es algo que se dirige al Uno (Uniano) de la comunidad sino al Uno (Unario) de cada uno de quienes componen el conjunto de la Escuela. Pero la Escuela concebida como un conjunto abierto. Dicho de otro modo, el testimonio no se dirige a los "prójimos" ya que "no hay prójimo sino ese hueco mismo".

Segundo, un testimonio de Florencia Dassen en el post-analítico.[25]

En ese texto que trata sobre el duelo, Florencia hace hincapié en una intervención del analista durante un nuevo tramo de su análisis.

"En aquel momento –dice- la analizante atravesaba un nuevo duelo, siendo la tristeza aquello que más la conducía nuevamente a intentar hacerse Uno con el Otro."

Como ven, aquí está situado un momento donde lo verdadero aparece velando lo real del duelo, y el afecto, la pasión de la "tristeza" es índice de un no querer saber de la inadecuación entre el Uno y el Otro.

Es en este contexto que una intervención del analista –resumida en la frase "el robo de la vida"- "resonó –dice Florencia- de manera inédita" y "vino a cavar un vacío allí mismo", lo que permitió desprenderse de la tristeza ahora anudada a un objeto de goce. Este objeto de goce, indicado por el término "el robo de la vida", entonces se reveló como tal posibilitando la separación con dicho objeto. Se constata así que la tristeza estaba hecha de un saber desconectado del goce y bastó que reestableciera esa conexión para poder separarse de ella. Se pasa entonces de una posición de impotencia del saber con respecto al goce a una relación de extimidad entre el goce y el saber.

Pero lo que me parece más importante para lo que intentamos situar es que entonces la insignia que había sido extraída en el análisis anterior, la "mirada rasgada", también revela –a partir del nuevo vacío producido- su relación con lo verdadero, es decir, su dimensión de semblante.

Florencia misma da una indicación sobre esto al señalar que ahora "mirada rasgada guarda una imagen como presencia del cuerpo en su función de belleza", que es precisamente lo que queda abolido a partir de la intervención analítica.

Se abre así otro tipo de resonancia que ya no es la de lo bello ligada a lo imaginario sino –como dice Lacan- la del Witz, ligada a lalengua en su relación al cuerpo viviente y al vacío que cava.

¿Podríamos decir entonces que es precisamente allí, en la confrontación de la "mirada rasgada" con el vacío suscitado por la separación del objeto de goce indicado por "el robo de la vida" que se produce la operación de medir lo verdadero con lo real?

Si así fuera, la frase con la que Florencia concluye su texto, nos da otra pista para pensar la relación que hay entre este "medir lo verdadero con lo real" y la satisfacción de los colegas. Se trata, dice, de "…que siga pasando una y otra vez lo que el duelo sabe: lo irrecuperable de la pérdida y su experiencia del vacío… contra la aspiración de lo Uno".

Leonardo Gorostiza
22 de agosto de 2007.

 
Notas
  1. "German letter of 1937". En Disjecta. Citado por Laura Cerrato en Beckett. El primer siglo, Colihue Teatro, Buenos Aires, 2007, pág. 17.
  2. "La passe bis", Curso del 10 de enero de 2007, en La Cause freudienne, nº 66, Navarin, París, 2007, pág. 209-213.
  3. Habría otras traducciones posibles, i.e.: acompasar, ajustar, comparar, evaluar "lo verdadero según lo real".
  4. En Autres écrits, Seuil, París, 2001, pág. 572. Hay versión castellana en Intervenciones y Textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, pág. 61 cuya traducción hemos variado siguiendo la versión francesa.
  5. En otro lugar, Miller afirmaba que esta nueva perspectiva incluso pone en cuestión el final de análisis mismo: "… lo que hay es un psicoanálisis en el que en el lugar de un punto de capitón se inscribe efectivamente la serie sin fin. A partir de aquí se ordenan, adquieren su sentido los dichos de Lacan, dispersos, discretos, rápidos, que cuestionan, que crean suspense, que aminoran, que desvalorizan, en definitiva, que desmienten francamente la noción de un fin de análisis." Miller, Jacques-Alain, Curso 2000-2001, "El lugar y el lazo", clase del 10 de enero de 2001, en Freudiana 32, página 21.
  6. En este punto, me gusta recordar una frase de Germán García quien en una oportunidad dijo lo siguiente: "… se puede comprobar que la verdad del grupo no es lo real del sujeto, que las estructuras tienen una dinámica histórica y que el real del que se trata sólo puede ser deducido del lenguaje en que se dice." "La experiencia del Pase", en La experiencia del psicoanálisis. Enseñanzas, Colección Orientación Lacaniana, EOL, Buenos Aires, 2001, pág. 32. Es esta "deducción" la que podríamos leer hoy como la perspectiva de "medir lo verdadero con lo real".
  7. De algún modo implica retomar desde otro ángulo de lo conceptualizado con anterioridad como el "saldo o momento cínico del final de análisis".
  8. Ibídem nota 2, pág. 211. (Traducción mía).
  9. "Los aplausos también significan que la audiencia participa, da testimonio de un cierto placer, un cierto goce. El objeto a se localiza tal vez en un vínculo o en una relación de complicidad, en la que por lo menos compartamos una cierta satisfacción más allá del sentido." Miller, Jacques-Alain en "Affectio societatis", Elucidación de Lacan, EOL-Paidós, Buenos Aires, 1998, pág. 554.
  10. "El espejismo de la verdad –dice Lacan-, del cual sólo puede esperarse la mentira no tiene otro término más que la satisfacción que marca el final de análisis." Ibídem, nota 4.
  11. Miller, Jacques-Alain, "Las versiones del pase", en Pase y transmisión, Colección Orientación Lacaniana, Serie Testimonios y conferencias, Nº 5, 2003, página 20.
  12. Gorostiza, Leonardo, en Pase y transmisión, Colección Orientación Lacaniana, Serie Testimonios y conferencias, Nº 6, EOL-Grama, 2004, págs. 19-30.
  13. Miller, Jacques-Alain, Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan, Colección ICBA Nº 2, ICBA-Paidós, Bs. As., 2000, pág. 20.
  14. Ibídem nota 12.
  15. En El saber delirante, Colección ICBA, nº 5, ICBA-Paidós, Buenos Aires, 2005, pág. 195.
  16. Es en ese punto que me parece crucial la sutil indicación de Lacan acerca de "identificarse tomando de ello –de esa identificación al síntoma- sus garantías, una especie de distancia…" (Seminario 24 L’insú…, en la clase del 16 de noviembre de 1976). Es como si dijera –es mi lectura-- que es una identificación que preserva una cierta distancia con el síntoma, que lleva inscripta la marca de una pérdida.
  17. También podríamos ubicar aquí la caracterización de Lacan en el Seminario 23: "Es preciso que haya algo en el significante que resuene. (…)…las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir. Para que resuene este decir … es preciso que el cuerpo sea sensible a ello. De hecho lo es. Es que el cuerpo tiene algunos orificios, entre los cuales el más importante es la oreja…." (Edición Paidós, pág. 18).
  18. Cf. Laurent, Eric, "Politique de l’unaire", La Cause freudienne, nro. 42 y Najles, Ana Ruth, "La elaboración de los carteles", en Pase y transmisión 3, COL, 1999.
  19. Miller, Jacques-Alain, en el "Debate" de "La elaboración de los carteles", en Acerca del sujeto supuesto saber, COL, Paidós, 2000, pág. 203.
  20. Ibídem, nota 13, pág. 37.
  21. Parafraseando una vez más a Samuel Beckett: "Try again. Fail again. Fail better." "Intenta de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor." (En Worstward Ho).
  22. Laurent, Eric, "Del lenguaje público al lenguaje privado, topología del pasaje", en Pase y transmisión, Colección Orientación Lacaniana, Serie Testimonios y Conferencias, Nº 7, EOL-Grama, Buenos Aires, 2004, pág. 59-62.
  23. Ibídem, nota 2.
  24. Testimonio en el 3° Encuentro Americano del Campo Freudiano, Belo Horizonte, 3 de agosto de 2007.
  25. En el texto sobre el "Duelo y los objetos a en la experiencia psicoanalítica", redactado para el Scilicet del VI Congreso de la AMP y debatido en la EOL el miércoles 15 de agosto de 2007 en la Noche del Comité Acción.