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La serie, lo serio
El Trauma, el psicoanalista y su acto
Analista trauma[1]
Analía Villamayor
Freud con el descubrimiento del inconsciente nos dio la primera versión de analista traumático en tanto que, con su descubrimiento, agujereó el discurso universal. Esto ya es una primera orientación. Por su lado Lacan en el Seminario 19 enriquece la noción de función deseo del analista, sumándole el rasgo de “traumático”.[2]
El organismo humano, luego cuerpo hablante, debe pasar por un analista que lo traumatice nuevamente, si consiente a tratar de encontrar o inventar una mejor respuesta a la dada inicialmente en su encuentro con el lenguaje. Los efectos de la operación del discurso analítico restarán goce.
La intervención analítica debe ir contra el sentido, agujereando el discurso del yo, pues es en este rasgo donde radica su condición de traumática. Constante vaciamiento de sentido con un residuo enigmático. Sin embargo durante el primer tiempo de la enseñanza de Lacan, eran intervenciones comandadas por el imperativo de la asociación libre.
En 1976 Lacan da un nuevo giro en su enseñanza al decir: “Cuando […] el espacio de un lapsus ya no tiene ningún alcance de sentido (o interpretación), sólo entonces uno está seguro de estar en el inconsciente”[3]. Ya no se trata del Inconsciente transferencial. Por el contrario advertimos que la frase citada, enuncia la disyunción, el corte entre el S1 y el S2. Lacan plantea que el S1 no es un significante representativo. Ya estamos en la clínica del Nudo Borromeo con la propuesta de otro modo de intervención. La interpretación que ahora Lacan persigue, es lograda cuando ella toca algo en lo real, sin convocar al inconsciente transferencial, o sea cuando el S1 ya no produce cadena asociativa. Por el contrario efectúa algo del orden de lo alucinatorio, que aparece en forma errática, acontecimiento sin correlatos, sin historia y sin hacer lazo.
Para que la interpretación, desde un sentido siempre común, pueda resonar como una significación que solo sea vacío, Lacan en el Seminario 24, nos orienta hacia la escritura poética china. Un ruido de la lengua al que no se puede dar sentido y que paradójicamente permitiría escuchar, todo resuena en el cuerpo y allí dónde la nominación falla, no alcanza la simbolización, el cuerpo es tocado por fuera de un efecto semántico. Puede aparecer un mareo, un llanto inexplicable o una risa. Y puede aparecer una palabra nueva, un significante nuevo lo llama Lacan, cuya especificidad sería no tener ninguna especie de sentido. Efectos contingentes, esperados a lo largo del análisis, sólo posible cuando algo de lo real es tocado.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS