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Trauma

La serie, lo serio

El Trauma, el psicoanalista y su acto

Analista y trauma [1]
Gustavo Stiglitz

El efecto traumático constitutivo del parlêtre es determinado contingentemente. La ocasión por la que el analista reconduce hacia la causa de la neurosis, también.

Del trauma señalamos tanto su vertiente de agujero (trou)- el agujero de la no relación, efecto de la irrupción de lalengua en el cuerpo -y su vertiente de exceso (trop)- el “excedente sexual”, intraducible, que implica la respuesta de la insondable decisión del ser, plasmada en la fijación.

El encuentro con la lengua siempre es traumático porque introduce la no-relación en el cuerpo hablante. La elucubración que el lenguaje hace sobre ella no hace más que verificar que es imposible escribirla.

Es en este sentido que el trauma es sexual, es la herida de lo imposible de escribir, y comporta dos dimensiones temporales:

La diacronía de los dos tiempos del trauma y la sincronía de la repetición de lo mismo del goce, como invariable. Fixion de goce.

El análisis es una pendiente hacia ese punto, al que se ve confrontado el analizante, al modo de lo que T. S. Elliot dice del recorrido: “Llegar a donde empezamos y reconocer el lugar por primera vez ”.[2]

La presencia del analista es la oportunidad de hacer algo distinto allí.

Tras el trauma resta un significante enigmático. Esto es, radicalmente exiliado del sentido, en una tierra extraña interna.“Unheimlich”, donde el equívoco translingüístico (Uno heimlich) nos permite leer el Uno de un goce sin amistad alguna con el significante.[3]

Es esa opacidad la que el analista encarna y de la que se hace partenaire.

A una tierra extraña interna sólo se le puede echar mano recurriendo a la presencia real que encarna lo más íntimo, en el exterior.

La transferencia, pensada desde la astucia del Sujeto supuesto Saber, desde el analista en el lugar del Otro o del semblante de objeto, hasta su caída, comporta siempre, una dimensión de extimidad. De punta a punta en un análisis.

El analista encarna, desde el inicio, lo más íntimo y opaco, lo radicalmente fuera del sentido, aquello que va más allá del inconsciente.

Lacan habla del “misterio de la presencia” del analista. Resuena con “el misterio del cuerpo hablante”, otro nombre de la juntura íntima del sentimiento de la vida.

Misterio, a diferencia del enigma, indica un vacío en el saber, indescifrable, que toca lo real.

De un misterio a otro, la liberación de la transferencia hará que cese la demanda de sentido, abriendo a un uso más práctico del síntoma, a pesar de la fixión.

Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre

NOTAS

  1. Cartel: “Trauma y real”. Cartelizantes: Agustín Barandarain, Camilo Cazalla, Carlos Jurado, Christian Ríos. Más Uno: Gustavo Stiglitz
  2. Elliot, T., Little Gidding en Cuatro Cuartetos. Traducción de Jesús Placencia. En http://www.jesusplacencia.com/files/t-s-eliot-cuatro-cuartetos.pdf
  3. Bassols, M., Una política para erizos. Ed. Grama: Buenos Aires, 2018. Pág 159