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La serie, lo serio
El Trauma, el psicoanalista y su acto
“No con un estallido[1]”
Josefina Elías[2]
Del choque de la lengua y el cuerpo resulta una marca que se inscribe en el cuerpo, marca de goce de la que cada parlêtre es producto. Freud explicaba el trauma partiendo de la hipótesis de la histeria. Encontraba ahí un elemento irreductible ligado al hecho que los análisis no terminan, de allí la imposibilidad de curar. La Urverdrängung, o disconformidad fundamental con lo simbólico, marca original, “intraducida” del trauma. Lacan nombrará sinthome, acontecimiento de cuerpo, a eso incurable del parlêtre como respuesta de lo real, relativo al hecho de tener un cuerpo afectado, parasitado por el lenguaje.
Respecto del acontecimiento, no es lo estruendoso del estallido lo que traumatiza el cuerpo, el lenguaje en sí mismo es traumático. No es tanto lo que ocurrió sino lo que “no cesa de no escribirse”. El trauma siempre es actual, está escrito en el cuerpo.
Una ética de la deflación
El nudo borromeo cambia la noción de interpretación, su función y su estatuto, ya que la noción misma de inconsciente se fue desdibujando de lo simbólico. Miller se pregunta “¿hay una interpretación borromea?”[3] El sentido de la palabra cambia, concierne a “lo que se modula en la voz”. Lacan hablaba de “manipulación interpretativa”[4], tal como se refería a los nudos, esos objetos agujereados manipulables. El embrollo borromeo de la interpretación encuentra su salida vía el equívoco. Se separan dos operaciones, efecto de sentido y efecto de agujero, el equívoco puede hacer sonar otra cosa que el sentido y abrir un vacío de significación. La resonancia corporal de la palabra, tiene parentesco con la pulsión, “el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”, lo que ecoa, como se dice en portugués, lo que percute en el cuerpo, en sus orificios.
“El inconsciente es lo real, (…) lo real en tanto está agujereado”.[5] Lacan pasó de hablar del agujero corporal pulsional, al agujero del inconsciente. Agujero en el nudo, agujero del trauma. Así, “troumanos”señala el alcance que tiene la manipulación del significante, y el agujero del trauma del que estamos hechos.
Lacan apela a la poesía porque encuentra ahí el valor clínico de la interpretación, en tanto es amiga del equívoco susceptible de producir el agujero. La poesía, destituye el sentido, el cual puede ser aturdidor. La interpretación borromea, apunta a producir un agujero, no con el estruendo de un estallido sino con la fuerza del murmullo. En esa vía Lacan propone “el analista trauma”, con una formación que apunta a encarnar el sinsentido, una ética diría, de la deflación del sentido.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS