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Trauma

La serie, lo serio

Huellas del Trauma

Historia y real [1]
Adriana Lafogiannis

[…] ¿que se transmite del trauma? ¿Una marca, un significante, un fragmento de real arrastrado por la historia?[2]

El traumatismo cuestiona la idea de tiempo y pone en tela de juicio la evidencia de la historia; si el inconsciente no conoce el tiempo, el cuerpo no lo ignora, padece y goza de él. Pero también implica situar el espacio, en tanto zona trauma.

La idea es ubicar a partir del trauma lo que hace límite al análisis. ¿Una cosa es lo indecible y otra lo que se produce como límite a la rememoración? ¿Cómo capturar un fragmento de real con la historia?[3]

Tomo dos nociones para ubicarlo: rememoración como distinta a reminiscencia.

Parafraseando a Miller[4], Lacan distingue el sentimiento de realidad del de irrealidad, oponiendo la rememoración y la reminiscencia: “Lo que hace que el [sentimiento de realidad] sea sentido como tal, es que se produce en el interior del texto simbólico, que constituye el registro de la rememoración”[5], cuando un elemento está en la articulación simbólica. Y lo que Lacan llama reminiscencia, con su correlato de irrealidad, “responde a las formas inmemoriales que aparecen en el palimpsesto de lo imaginario”, es un registro distinto del de la memoria.

¿Qué ocurre cuando un texto se interrumpe? Deja al desnudo el soporte de la reminiscencia y el sujeto no puede elaborar una verdad a partir de la experiencia; el acto analítico le dará potencia a una de esas representaciones.

Platón ubica la reminiscencia con relación a lo eterno, es decir, y esto me interesa resaltar, que cuando el texto se interrumpe deja al desnudo el soporte de la reminiscencia que abre al problema de la serie y su límite.

Entonces, la rememoración queda ligada al sentido y la memoria, y la reminiscencia a lo inmemorial. ¿Algo queda en suspenso hasta que se escriba para ser leído de otro modo?

Despejadas las articulaciones simbólicas ya no es rememoración porque no se logra restituir aquello de lo que se trata: ni verdad ni mentira, sino un real puro y simple.

Una vez vaciadas las estratificaciones de la memoria, el punto de padecimiento queda ligado a la reminiscencia; situando la rememoración del lado de lo simbólico y la reminiscencia como imaginaria cubriendo un real, una marca de goce que no fue absorbida por lo simbólico y que hace signo de goce en el síntoma, da testimonio de un real.

Que lo real no se deje adormecer por una charla. Ese agujero o núcleo traumático, hace hablar, ordena el discurso.

Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre

NOTAS

  1. Cartel: “Zona Trauma”. Cartelizantes: Dolores Amden, Lisa Erbin, Ana Larrosa, Adriana Lafogiannis, Paula Szabo. Más Uno: Silvia Salman
  2. Ratier, F., “La guerra de España: el exilio”,. AA. VV., Brousse, M.-H. (Comp.), El psicoanálisis a la hora de la guerra, p. 37, Bs. As.: Tres Haches, 2014.
  3. Lacan, J., El seminario Libro 23.El sinthome. p. 121, Bs. As.: Paidós. 2009.
  4. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, pp 49-50, Bs. As.: Buenos Aires, Paidós, 2012.
  5. Lacan, J., op. cit., p. 376.