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Trauma

La serie, lo serio

Huellas del Trauma

Pecado, trauma y fantasmas[1]
Fernanda Mailliat

Freud nos advirtió que no hay una buena relación con la sexualidad. No hay regla establecida o prefijada para ese asunto. Nadie escapa al encuentro con el agujero de la no-relación, ni a la marca que esto origina en cada parlêtre.

Pero mucho antes que el psicoanálisis diera cuenta de ese traumatismo de la especie[2], la religión cristiana lo contemplaba en su concepción del Pecado Original.

Para el Cristianismo todos y cada uno de los nacidos, llegan al mundo portando la marca de la imposibilidad de atenerse a LA norma establecida por el Creador. El Pecado Original, es el nombre de la primerísima desobediencia, que eleva ese desajuste a la categoría de un universal y es marca fundante de la condición humana.

El mito sobre el que se asienta, cuenta que Yahvé Dios puso a disposición del primer hombre y la primera mujer, todos los dones del Paraíso pero con una única condición, no comer del fruto del árbol prohibido.

El fruto era la llave de acceso al conocimiento. “El día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”[3] -dijo la serpiente a la mujer.

Aquel fruto corrió el velo de la versión del padre sobre el mundo y reveló la diferencia entre el bien y el mal, entre los cuerpos, y despertó sentimientos inéditos hasta el momento. El costo de esa desobediencia fue la expulsión de ese mundo de condiciones idílicas y la condena a vivir en un suelo maldito, donde las perfectas proporciones ya no existen.

El Bautismo es el primer sacramento que se debe administrar al ser parlante, para borrar la marca del desajuste original. Sin embargo, advertidos de la imposibilidad de una borradura indeleble, la doctrina ofrece otros sacramentos que ofician de mecanismos auxiliares para el mantenimiento de una buena regulación.También ofrece un consuelo en la promesa de la recuperación del Paraíso perdido, si la pantomima[4] en el mundo terrenal se atiene a las normas establecidas.

Sabemos que frente al trauma que produce el agujero de la no-complementariedad, no queda más que inventarse algo. “Se trata de una invención singular, y Lacan aclara que cada uno inventa lo que puede. La invención va a quedar del lado del síntoma y del fantasma”[5].

Podríamos aventurar, que el guión de la trama religiosa oficia como una suerte de fantasma colectivo -lo que sin dudas es un oxímoron- que podría envolver, moldear, armar o sostener, la singularidad del fantasma de cada quien.

NOTAS

  1. Cartel:Conversación EOL 2020 “Trauma” Cartelizantes: Belén Zubilaga. Mariana Schwatzman. Karina Castro. Alma Montiel. Fernanda Mailliat. Más Uno: Luis Tudanca.
  2. Gorostiza, L., “El trauma y lo inconmensurable”. Revista e-Mariposa 8, Bs. As.: Grama, 2015.
  3. Génesis, Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, p. 17, 3-5, Desclée De Brouwer Bilbao. Barcelona, 1998.
  4. Miller, J.- A..,“La pantomima de las estructuras”, Del síntoma al fantasma y retorno, Bs. As.: Paidós, 2018.
  5. Tudanca, L., “Del trauma al toumatisme”, p. 28, Revista e-Mariposa 8, Bs. As.: Grama, 2015.