La serie, lo serio

Huellas del Trauma

Trauma, efectos de la Pandemia y el discurso científico[1]
Liliana Inés Ávola

¿Cómo pensar lo traumático en la ciencia en tiempos de pandemia? El infans nace prematuro orgánica y psíquicamente, dependiendo de un otro amoroso que libidinice ese cacho de carne que es, dotándolo de cuidados corporales y portando la mediación del baño de lenguaje que lo humaniza. Eso no lo salva del choque entre lalangue y el cuerpo, dando lugar a lo traumático que atraviesa al ser humano desde el principio hasta el fin de sus días. El agujero real que es para el ser hablante el no hay relación sexual, el troumatisme vela y revela a la vez, lo que hay y lo que no hay.

No hay relación sexual, hay goce fálico: ese exceso disruptivo que para Freud y para Lacan podía perforar y hacer estallar el aparato psíquico. De allí que la solución no es para todos la misma, es uno por uno, en la singularidad del silencioso goce de cada cual.

La ciencia frente al virus desconocido que acorrala los cuerpos dejando a los sujetos desvalidos, desnudos frente al real sin ley, desbocado, busca respuestas universales, para todos. Tienen que funcionar los mismos tratamientos, las mismas drogas, la misma vacuna, homogeneizar las curas para intentar responder al real caótico con un orden unívoco.

En La Tercera, en el apartado “La angustia de los científicos”, Lacan dirá: “El asunto sólo se pone disparatado cuando lo que embarga a los científicos mismos no es la ciencia ficción, sino la angustia. Ésta es instructiva. Es el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real. Resulta muy estimulante cuando los biólogos –para nombrar a estos científicos –se imponen la restricción de un tratamiento de laboratorio de las bacterias so pretexto de que, si las hacen demasiado duras y demasiado fuertes, bien podrían deslizarse por debajo de la puerta y barrer con al menos toda la experiencia sexuada al barrer con el parletre. Ese arrebato de responsabilidad es muy cómico. Toda la vida reducida finalmente a la infección que, con toda probabilidad, sea de hecho, resulta el colmo del ser pensante. El problema es que ellos no se percatan, sin embargo, de que la muerte se localiza, a la vez, en aquello que dentro de la lengua –tal como lo escribo- es su signo.”[2]

Hacer que la vida no quede reducida a la posibilidad de una infección es nuestra función como analistas, apelando a que el contagio no sea otro que el del deseo.

Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre