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Trauma

La serie, lo serio

Huellas del Trauma

Zona trauma-goce[1]
Lisa Erbin

Eric Laurent, en El reverso de la biopolitica[2], distinguen tres tiempos que me sirvieron para pensar cuerpo, zona trauma y goce en esa banda de Moebius de ida y vuelta que es como lo pienso e interrogo. Dice: “Primero hay una emergencia de goce, un `eso se siente´ que es traumatismo, impacto de goce que se escribe como síntoma en la superficie del cuerpo abarrancada por las nubes significantes. Luego una palabra pasa al decir, que no puede atrapar el tiempo primero sin equívoco, por lo tanto sin saberlo –la captación del trauma estará siempre marcada por el hiato irreductible entre escritura y palabra que sostiene la existencia de los equívocos. Después viene el tiempo de saber, que sólo puede deducirse en el a posteriori de los equívocos de la palabra”. “Cuando uno habla con su cuerpo es importante advertir que lo hace sin saberlo. El saber viene después, en el tercer tiempo, en la medida de los equívocos de lalengua, porque siempre digo más de lo que sé”.

Intento ubicar esto en los testimonios de Silvia Nieto. Ella relata un goce sexual experimentado en su cuerpo desde muy pequeña que nombra “ sobreexcitada y muy despierta” que se inscribe ligado al private!. Rebobina escenas mínimas que tienen del exceso,del hay! y del no!, no hay relación sexual!, no hay medida, no hay signo que se signifique unívocamente (beso con el padre; mirada dura de la madre: que ella lee como “private!”; ladrido del perro y su retención del aire, mirada y voz; “tu haz como si no”). Discordancia entre causa y efecto.[3] Zonas donde el sinsentido de lalengua impactó en el cuerpo y marca su goce bajo el sesgo: “privada ante la mirada de los Otros”. Me pregunto por esa doble dirección del trauma al goce y del goce al trauma recorrido ya en el análisis. Entonces, en su pase, ella nombra su goce en el final: “femenino”, “estar como una castañuela” y “a mi aire”. Pero nos dice algo más: se trata de un consentimiento a un goce que estuvo desde siempre. Estuvo desde siempre pero tras el análisis es otro, no queda rechazado: “extraído de la maquinaria edípica, ya no se trata de contenerlo y de ocultarlo para sostener al Otro, sino que se trata de servirme de él para sostener lo propio”[4]. Y una certeza de que es eso: acontecimiento de cuerpo: choque, puro azar, contingencia, no tomado en una dialéctica. Así testimonia al final, junto con su saber hacer con eso.

Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre

NOTAS

  1. Cartel: “Zona trauma”. Cartelizantes: Ana Larrosa, Paula Szabo, Dolores Amben, Adriana Lafogiannis y Lisa Erbin. Más Uno: Silvia Salman.
  2. Laurent, E., El reverso de la biopolítica, p. 75, Buenos Aires: Grama, 2016.
  3. Miller, J.- A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, p. 174, Buenos Aires: Paidós, 2011
  4. Nieto, S., “Consentir al reconocimiento”, Revista Lacaniana Nº 24, p. 146, Buenos Aires: Grama, 2019.