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La serie, lo serio
Huellas del Trauma
Trauma y sueño [1]
Marcela F. Mas
En “Más allá del principio del placer” nos topamos con una interesante pregunta referida a los sueños de las neurosis traumáticas: ¿qué lleva al soñante a reproducir el trauma?
Considera allí al trauma como aquel suceso mediante el cual el principio de placer queda anulado en un primer momento. Se trata de un quantum de energía que perfora la pantalla y “anega” al aparato psíquico. A consecuencia de ello será necesario “dominar el estímulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que penetraron violentamente a fin de conducirlos, después, a su tramitación.”[2]
La repetición está al servicio de domeñar la cantidad que ha irrumpido.
Ese trauma instaura dos tiempos: el del agujereamiento y el de la ligadura.
Ubiquemos esta temporalidad en esta brevísima viñeta:
Durante la infancia un sujeto sueña en repetidas ocasiones lo siguiente:
Estando en el mar, de frente a un murallón, ve subir el agua de un color marrón (similar al color de las deposiciones) hasta que se ve ahogarse. Se despierta con angustia.
Ya en la adolescencia, el síntoma toma primero la forma de los ahogos para luego situarse alrededor de la dificultad de hablar sin servirse de un decir obsceno, plagado de referencias a lo anal.
La repetición del sueño de angustia es ya un tratamiento del trauma, repetición que luego se realizará bajo la rúbrica del síntoma.
En ese sueño vemos aparecer la referencia al objeto a en su forma anal, luego, en la inhibición ante la toma de la palabra, es decir, ante la posibilidad de soltar la voz y con ello, manifestar un deseo, mostrándonos que esa modalidad del a como objeto excremencial es objeto tapón.
En el Seminario 11 Lacan indica que “el trauma es concebido como algo que ha de ser taponado por la homeostasis subjetivante que orienta todo el funcionamiento definido por el principio de placer (…) ¿Cómo puede el sueño portador del deseo del sujeto, producir lo que hace surgir repetidamente al trauma – si no su propio rostro, al menos la pantalla que nos indica que todavía está detrás?”[3]
Podemos ubicar la relación con la pulsión y con ello, eliminar todo vestigio del trauma en su vertiente biográfica como lo nuclear. Esa versión es ya ficcióndel agujero -troumatisme- efecto de la imposibilidad de escribir la relación sexual.
A la luz de los dos reales que Lacan sitúa en la Respuesta a Marcel Ritter ¿podemos concebir la repetición pulsional como el truco que intenta colmar ese agujero que implica el real?
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
NOTAS