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Trauma

La serie, lo serio

Huellas del Trauma

La inquietante extrañeza del Trauma[1]
Olga Gonzalez de Molina

Bordeando el comienzo de los 80 Freud escribe con su amigo Breuer el resultado de sus experiencias sobre la histeria. La idea de trauma en ese momento estaba relacionada con un término Erregungszwachs, aumento de excitación que afectaba al cuerpo.

El trauma comenzaba a tomar forma en la incipiente teoría psicoanalítica y su inscripción definida como fijación queda indisolublemente ligada al cuerpo. La abreacción fue la idea pensada sobre cómo desligarse de la representación angustiosa.

Lacan construyó sobre la ruta que dejó planteada Freud para calificar el trauma, situándolo en el inevitable troumatismo de la inmersión del sujeto en lalangue y deletrear allí con lo simbólico un decir posible de su máximo misterio, el de nombrar el un-cuerpo como única consistencia.

La invención de lo real inaugura una nueva forma de lectura del trauma, situándolo en el espacio que llamó el de lo extraño inquietante, conformando allí una trilogía con lo simbólico y lo imaginario. La inquietante extrañeza, depende de lo imaginario y es la trilogía especial de los nudos que tendría por efecto exorcizarlo. Ese espacio singular encuentra en el cuerpo del parlêtre la resonancia necesaria.

Resonancia que implicará tiempo, es el valor de un instante marcando una diferencia, la del antes y el después, espacio primigenio que alberga la sensación, sin rostro simbólico que la nombre, y cuya única consistencia es que interrumpe el después del momento de comprender.

La temporalidad propia del trauma no se abre a un tiempo de comprender que habilite la lógica de una conclusión posible porque la respuesta ya la anticipó el cuerpo.

La inscripción del trauma es primero una condición necesaria, derivada de la necesariedad de traducción de lalangue, será luego contingente cuando el efecto de una interpretación separe lo imaginario y lo simbólico por la inclusión del tercero, lo real, operando sobre el tiempo de la repetición. Cesar de no escribirse lo imposible como factor separador, es la oportunidad de incluir ahí un significante otro que opere neutralizando lo necesario de la reiteración del goce, ese, goce para el sujeto, el de hacer existir, en el espacio de lo extraño inquietante, la relación sexual que no hay.

BIBLIOGRAFÍA

  • Lacan, J.,“El nudo como soporte del sujeto”, El Seminario Libro 23, El Sinthome, p. 48, Bs. As.: Paidós, 2013.
  • “De una falacia que es testimonio de lo real”, El Seminario Libro 23, El Sinthome, p. 104, Bs. As.: Paidós, 2013.

NOTAS

  1. Cartel: y real en la última enseñanza de Lacan. Cartelizantes: Graciela Gerratan, Maria Laura Novello, Evangelina Jacquemard, Daniela Castresana. Mas Uno: Olga Gonzalez de Molina.