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La serie, lo serio
Huellas del Trauma
A quién no[1]
Silvina V. Díaz
La coyuntura fuerza, se impone, nos arrincona. Lo traumático de la pandemia rompió esa frágil tranquilidad de lo cotidiano. Es demasiado pronto para sacar conclusiones respecto a la clínica psicoanalítica de este tiempo. Es momento de hacer. Por ahora sólo contamos y nos contamos a una distancia, la nueva y necesaria distancia.
¿Se podría categorizar o jerarquizar lo traumático? ¿Hay traumas más traumáticos que otros? Esta simple diferencia es ordenadora: están los traumas que responden a causas naturales y los que provoca el ser parlante. Y hay uno que nos lleva puestos. El traumatismo de la lengua, el que no tiene cura. No hay cura, hay psicoanálisis. Existe una historia entre Psicoanálisis y trauma. No sería arriesgado afirmar que el psicoanálisis no es sin aquel.
En la Primera Guerra Mundial el psicoanálisis supo ser un recurso válido frente al dolor que padecían los neuróticos de guerra. Marcódiferencias insalvables respecto al discurso psiquiátrico y su tratamiento, la electroterapia. Freud presenta un informe ante las autoridades donde asegura que aquellos que volvían del frente de batalla y no podían regresar no eran simuladores.
En estos tiempos se practica el psicoanálisis gracias a los aparatitos electrónicos¿Quién lo hubiese dicho?
¿Cómo pensar el lugar del analista en una situación traumática? Éric Laurent lo nombra como un héroe hermenéutico, “hay que lograr dar sentido a lo que no tiene (...)es por allí que el sujeto puede reconciliarse con el desorden mundial.”[2] Se trata, en estos casos, de una situación donde el trauma es fulgurante, ¡ciega con su luz! Reparación del sentido que se vuelve necesaria para que el traumatizado salga de esa emergencia.
El traumatismo de lo real supondrá otra posición del analista… ”Un psicoanálisis reproduce una producción de neurosis. Esa neurosis que no sin razón atribuimos a la acción de los padres…El psicoanalista, por su posición, reproduce la neurosis, mientras que el padre traumático, la produce inocentemente. Se trata de reproducir este significante a partir de lo que fue su florecimiento.”[3]
Lacan va más lejos al afirmar: “así como nuestro deber, es mejorar la posición del sujeto (...) yo sostengo que nada es más vacilante, en el campo en el que nos encontramos, que el concepto de curación.”[4]
La cuestión que el psicoanálisis no puede dejar de acentuar es la idea de trauma no tanto como acontecimiento sino como proceso. Parece que a lo humano le pega el trauma. Puede no ser fulminante, se verá en cada caso.
NOTAS
