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La serie, lo serio
Troumanos: invenciones y arreglos singulares
La sorpresa del presente [1]
María Adela Pérez Duhalde
Se dice que al sol y a la muerte no se los puede mirar de frente, Miller afirma que con el tiempo ocurre lo mismo: “hay un horror temporis”[2].
Trauma y tiempo es el rasgo de trabajo que se impuso para mi en el contexto de la pandemia. El confinamiento y la suspensión del movimiento, han dejado al descubierto la dimensión temporal. Lo advierto como practicante y como analizante también. Tiempo libidinal que se vive de manera singular: el tiempo que hay, el que pasó, el que se va volando o es eterno, el que no alcanza, el que suspende o aviva proyectos, el que empuja a concluir, el porvenir, el tiempo como un valor, una oportunidad, el tiempo como una carga…
El analizante a lo largo del recorrido de un análisis busca salir de la prisión del fantasma, y esto lleva tiempo. Tarrab evidencia de la relación entre acto analítico y tiempo. Señala que en el análisis se trata de la duración necesaria del tiempo de elaboración a la vez que del tiempo de la inmediatez, la sorpresa del presente y la brusquedad del acto analítico, que supone para el analizante la detención en un instante: “El acto analítico debe producir un corte en el tiempo del fantasma”[3]. Ese corte convoca a lo real, trastocando el peso del paso del tiempo y evidenciando la fuga del sentido que el fantasma congela. Se busca cernir el trozo de real aislable por el síntoma, en torno al que gira siempre una vida y la determina más allá de cualquier semblante. Ubica que la enunciación de la interpretación básica del psicoanálisis podría pensarse como: “eso de lo que sufres, es de lo que gozas, todo el tiempo”.
Volviendo sobre la pandemia que como eje central o telón de fondo aparece en la consulta, si cada uno sabe que va a morir y tiene éxito en ignorarlo[4], qué implicancias clínicas tienen sobre el tiempo y la repetición, la presencia cotidiana de la enfermedad y la muerte que no se dejan desmentir. Cómo repercute en el cuerpo que cada uno tiene, la irrupción sin velo de la dimensión del organismo que provoca la angustia. Se me ocurre que en algunos casos, “la sorpresa del presente” opera en la misma dirección que el acto analítico. Traumatismo temporal que sacudiendo la concepción de inmortalidad que nos reserva el inconsciente[5], puede ser usado en el análisis entramado con los trozos de real de cada uno, aportando nuevas pistas para salir de la prisión del fantasma.
Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS