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Trauma

La serie, lo serio

Troumanos: invenciones y arreglos singulares

Sueño y trauma en Louise Bourgeois
Rosana Salvatori[1]

Los sueños se anudaron a su creación artística posibilitando una solución singular en torno al agujero que lo real cavó en lo simbólico.

Para Lacan el arte está más allá de lo simbólico: “hay más verdad en el decir del arte que en cualquier bla-bla”[2]. La obra de arte contemporánea se separa del sentido del bla-bla para orientarse, como en la ciencia, hacia una escritura de lo real.

El trauma de cada parlétre es marca en un cuerpo vivo que como acontecimiento de goce “perturba un orden previo y no se asimila”[3]. Freud lo llamó fijación y ubicó en relación a los sueños traumáticos las marcas de lo que excede al principio de placer. En tanto algo no se satisface, hay un recomenzar.

L. B. logró con su arte una «manipulación particular de la imagen, una vía para saber hacer con el síntoma»[4] . El arte, como “la experimentación o ─más bien─ la reexperimentación del trauma”[5] le permitía transformar un goce en exceso en otro goce, más vivificante.

Los temas recurrentes de sus sueños y de sus obras eran la destrucción del padre, el miedo al abandono, las arañas, la posición sexuada: Su “fijación” fue “el abuso infantil”.[6]

¿De qué modo la psicosis se sirve de la angustia cuando esta otorga la certeza de la indignidad? Ella consintió a una respuesta: hacer arte con la materia de los sueños. Las obras surgían de su cuerpo.

En sus “Cells” ubicaba objetos inquietantes haciendo sentir el clima pesadillesco de las mismas.

¿Podemos pensar que lo real que la despierta es lo contingente del trauma que se armó por la falla paterna?: lo visual del sueño se paga con la angustia que le impide seguir soñando.

El sueño al servicio de inventar con el arte un tratamiento de lo inasimilable, es material para que “el lenguaje en sus afinidades con el agujero no se coma lo real y sostenga en los artistas… un lenguaje propio con el que continuar cavando el surco, para que el agujero no se vuelva a cerrar[7].

El artista, con su escabel, hace arte con el goce opaco del síntoma, en tanto “el parlêtre analizado todavía tiene que demostrar su saber hacer con lo real, su saber hacer con él un objeto de arte, su saber decir, su saber decirlo bien”[8].

Agradecemos la imagen a la artista Alicia Leloutre

NOTAS

  1. Cartel: “Trauma y cuerpo”. Cartelizantes: Verónica Escudero, Celina Camps, Verónica Di Batista, Mariela Gutiérrez, Raquel Garcés, Marcela Molinari, Gisela Calderón, Liliana Juan y Rosana Salvatori. Más Uno: Vera Gorali.
  2. Lacan, J., Seminario 24, L insu que sait de l une-bévues aile à mourre. Clase 11-01-77, inédito.
  3. Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Cap.XVIII, “Del padre a la mujer”. Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 286.
  4. Laurent, E., El reverso de la biopolítica, “El imposible retrato del artista”, p. 203, , Bs. As.: Grama ediciones, 2016.
  5. Bourgeois, L., Escritos psicoanalíticos. El retorno de lo reprimido”, p.102, Bs. As.: Fundación PROA, 2010.
  6. Ibid., p.75.
  7. Congreso AMP, El sueño su interpretación y su uso en la cura analítica. Oniria. Entrevista a Anne Ganivet-Poumellec.
  8. Miller, J.-A.., “El inconsciente y el cuerpo hablante”. Revista Lacaniana 17, p. 29, Bs. As.: Grama ediciones, 2014.